Antes del anochecer es lo que viene después del final del cuento, las grandes historias siempre terminan con el famoso Y fueron felices y comieron perdices. Durante siglos, juglares, novelistas, guionistas y demás cuentacuentos nos han estado contando la historia del chico conoce chica (aunque ahora, por fin, ya se puede cambiar el género al gusto). Es básicamente de lo que van las dos primeras películas de esta maravillosa trilogía, la primera es el encuentro y la segunda el reencuentro del chico y la chica.
Pero aquí, Jesse (Ethan Hawke) y Céline (Julie Delpy) ya llevan nueve años juntos, esto es lo que pasa después de ese Y fueron felices…, la parte más difícil de contar, porque no todo es felicidad y perdices, sino rutinas, hijos, discusiones y las tensiones realistas y prácticas de la mediana edad y el matrimonio o la vida en pareja. Pero Richard Linklater sigue siendo, un poco, una niña de 12 años —según definición del propio personaje de Julie Delpy—, que cree en los finales felices y cuando tienen esa larga conversación en la mesa sobre la posibilidad o no de esa fantasía pluscuamperfecta del alma gemela y del amor para siempre, creo que se posiciona a favor.
Allí se nos enfrenta a tres perspectivas distintas, generacionales, si se quiere, parece que a todos les suena bien la practicidad de la pareja más joven, que piensa que eso del amor para siempre es imposible y que, tarde o temprano, la conclusión natural de la pareja es la ruptura. Todo muy pragmático y moderno, pero el director le da la última palabra a la amiga del anfitrión, Natalia, una mujer mayor que ha perdido a su marido y que le recuerda con todo el cariño/amor posible, deseando enormemente poder seguir con él, sabe que todo es pasajero, pero se esfuerza enormemente en no olvidarle nunca, somos como el amanecer o el atardecer, una cosa pasajera. Todos parecen afectados por sus palabras y se miran con otros ojos después de su intervención.
Eso nos lleva a otro de esos paseos entre Jesse y Céline como los que llenan las dos primeras y maravillosas películas. Es curioso porque, según ellos mismos dicen, es la primera vez que lo pueden hacer desde el nacimiento de sus gemelas. Pero no parecen incómodos o extraños, la conversación fluye a borbotones, como siempre en estas películas, y los vamos reconociendo. Son básicamente los de siempre, pero eso sí, la convivencia va dejando sus huellas y ciertas palabras duelen más ahora.
Y es aquí donde entra el conflicto, cuando les vemos contraponer los sueños e ideales de juventud con la realidad de la vida, esa que pasa delante de tus ojos mientras piensas en otras cosas. Y, por supuesto, se pelean y Céline suelta una bomba, Creo que ya no te quiero, porque nadie cuenta una historia sobre el ser feliz para siempre, las historias como la vida van sobre los palos en el camino. Y podemos pensar lo que sea pero esta historia va sobre esos dos personajes y los queremos ver juntos, como sus hijas después de ver Pinocho o el Pato Donald. Así que hay una nueva escena y llega la conclusión de Antes del anochecer, las fantasías son eso, fantasías y la realidad es imperfecta, y eso es lo que le dice Jesse a Céline, que su amor es imperfecto pero real, y ya es algo a lo que agarrarse.
El final es totalmente abierto, sí Jesse y Céline se reconcilian, pero nadie nos asegura que una semana después vuelvan a tener una pelea y sea la definitiva. Pero quiero creer que Linklater sigue creyendo en los cuentos de hadas y que el rey todavía quiere a la reina como cuando era princesa. Probablemente, porque yo también quiero creer en ellos, a pesar de que mi yo adulto sepa que son una mentira tan grande como Santa Claus, el ratoncito Pérez o Superman.
Y me gusta pensar que Antes del anochecer no será el fin definitivo —aunque podría serlo perfectamente— y habrá una cuarta película, que el propio Linklater dice que se plantearon hacer hace un par de años, pero que Delpy, Hawke y él mismo abandonaron la idea, pues no consiguieron un concepto atractivo. Sería una todavía más difícil de contar, una en la que nos los enseñara viejos y todavía juntos, con 98 años, tras 75 años de relación, los mismos de la abuela de Jesse, que muere en esta película. Y es más, espero que todavía les queden fuerzas para pasear y charlar por alguna ciudad europea y que paren a comer y que, con un poco de suerte, en el menú haya perdices.
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