Estamos de suerte, porque el Centre del Carme Cultura Contemporània (València) presenta la muestra del valenciano Álex Francés. 2010-2020. Transcuerpo, donde revisa la última década de producción artística de este singular artista. En ella, reflexiona sobre la fragilidad de los cuerpos a través de múltiples soportes narrativos. Su obra se centra en la relación entre cuerpo e imagen; entendiendo la obra de arte o la imagen artística como el lugar por excelencia donde el cuerpo se da, se manifiesta y se produce. La fisicidad, en la obra de Francés, funciona como una herramienta, pero también como objeto sobre el que reflexionar.
Cada par de manos cuenta con huellas dactilares únicas que no cambian un ápice a partir del cuarto mes de gestación del individuo: estos grabados en la piel humana son jeroglíficos secretos prenatales de su individualidad
Richard Sennett, La mano
La exposición estará vigente del 26 de noviembre al 24 de enero de 2021, y se exhibirá en la Sala Dormitori del CCCC, donde se podrán apreciar los cambios y rupturas hacia nuevas posibilidades de expresión como son la escultura, el tejido, el collage, las impresiones textiles o lo sonoro en un trabajo. Paralelamente a la exposición, el Consorci de Museus ha editado un catálogo que cuenta con las reflexiones de, además del artista y el comisario, Estrella de Diego, Silvia Martí y Montserrat Rodríguez Garzo, a las que se une el pensamiento poético experimental de Ignacio Gómez de Liaño: Desde y con el arte de Álex Francés inicia esta publicación que permite analizar y dejar constancia de la investigación artística de Álex Francés a lo largo de los últimos años. Se tratan de reflexiones que iluminan un presente cada vez más resbaladizo y magmático, donde los cuerpos, cada vez más expuestos y controlados, son los primeros en avisar de lo que ocurre en el mundo.
La mano es la ventana de la mente
Imanuel Kant
Haciendo un breve resumen de su trabajo, Álex Francés lo divide en tres etapas: primero, la atracción hacia el objeto; le sigue la obsesión por aparecer él mismo en la obra, aferrándose a la fotografía y mediante actos performáticos; por último, el retorno a la voluntad de hacer objetos. En el inicio de su periodo artístico está la obra Ser de luz, una cuna de alabastro, vacía, sin vestir, sin colchón, ropa o referencia al bebé que la habitaría; lo que ocupa la cuna es luz, es el ser de luz, es la trasmutación del cuerpo material a una nueva materialidad, es el tránsito del cuerpo al transcuerpo.
Para Francés, un transcuerpo es un cuerpo expandido, en tránsito. El transcuerpo son aquellas esculturas donde estuvo el cuerpo y en su ausencia aún permanece. Y no solo en la escultura; también en la pintura, donde percibimos el recuerdo de su movimiento; en la fotografía, como sujeto; en el bordado, a través del trabajo manual. En un momento en el que la humanidad se enfrenta a un colapso entre la crisis sanitaria y el miedo producido a través de los medios de comunicación, la obra de Álex Francés se vuelve necesaria y pertinente, llevándonos a reflexionar sobre la debilidad de los cuerpos, pero también sobre la identidad o la transcendencia o sobre la relación entre cuerpo y ciencia.
Desde el 2010, sin abandonar la fotografía y el vídeo que habían sido fundamentales hasta esos momentos en su soporte narrativo, el artista va incorporando con más intensidad lo escultórico, pictórico y musical, en un intento de relacionar y reflexionar sobre lo material y lo virtual. Se trata de una forma de entender esta exposición, más allá de sus soportes, también la parte mental, no solo como un soporte físico, sino también como la parte mental mediante la que se construyen imágenes. Una muestra de ello es el el vídeo La casa del cuerpo y el libro Yo, que se puede ver en la exposición, donde el artista hace una reflexión sobre su identidad, sobre la diferenciación e interrelación entre organismo, cuerpo y yo; en una proyección simultánea de imágenes, música y sonidos, donde gran parte de estos materiales fueron obtenidos a partir de una exploración médica al propio artista.
En definitiva, la muestra de Álex Francés, un artista con una trayectoria consolidada, recorre la producción de sus últimos años y sigue su tránsito desde el terreno de lo digital, a través de la fotografía y el vídeo, hasta la experimentación con el cuerpo, reflexionando sobre su propia fragilidad. Y de la misma forma que llegó a declarar el padre de la química, Lavoisier, La materia ni se crea ni se destruye, se transforma, el cuerpo en Francés, trasciende su fisicidad para expandirse en muchos otros objetos. Y como confirma el comisario Aramis López, quizá deberíamos acercarnos con las manos a su obra. En un intento de trascender toda fisicidad, toda materia.
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