La basílica de San Giorgio Maggiore de Venecia acoge entre el 28 de agosto y el 27 de noviembre la exposición del artista Ai Weiwei titulada “La comedia humana. Memento mori”. La gran nave central, el coro, la sacristía y monasterio benedictino, exhiben sus obras realizadas con distintas técnicas y materiales, como la porcelana, la madera, el cristal o las piezas de LEGO. Entre estas destaca la monumental araña que ocupa la entrada, con una altura de nueve metros por seis de anchura. La obra colgante más grande jamás realizada en la isla veneciana es una cascada de cristal de Murano, material con el que ya empezó a experimentar en 2009, que nos recuerda con su color negro profundo, esqueletos y calaveras que la componen, la futilidad de la vida.
Tres años duró la elaboración de esta fantástica escultura, que fue construida en colaboración con Studio Berengo, y aunque se comenzó antes de la pandemia de la COVID-19, el artista y activista chino transmite una reflexión sobre la condición humana que resuena a nivel planetario. La obra central de la exposición está compuesta por 2.000 piezas de cristal negro mate —dramáticamente iluminadas por Luce5—, donde lo humano y la naturaleza se entrelazan con un efecto singular que apela a nuestros sentidos, como una brillante introducción al resto de obras que se exponen. La participación de Berengo se debe a su interés, desde hace treinta años, en establecer colaboraciones con artistas, siendo inspirado por los proyectos que en los sesenta promovieran Peggy Guggenheim y Egidio Costantini, que dieron como resultado obras en vidrio de Picasso o Chagall.
El arquitecto Palladio fue quien diseñó la gran iglesia del convento, cuya estructura general finalizó en 1576, y donde buscó la continuidad vertical en los elementos del orden, huyendo de las soluciones fáciles y consiguiendo como resultado un edificio grandioso, conectado con las grandes obras de la arquitectura romana. El alma del templo que ha acogido esta catarata de huesos, calaveras y órganos, ha envuelto la contemporaneidad de un espíritu de permanencia, con la serenidad de un espacio portentoso que arraiga en todos los que la contemplamos, sobrecogidos. Miramos a nuestro interior creyendo mirar lo exterior, porque Weiwei nos transmite el misterio de la existencia, incluyéndonos en el caos, en la transitoriedad, la finitud, que paradójicamente es lo que nos conecta a través de los tiempos.
El diálogo entre los muros de la espiritualidad y la materialidad del arte tiene una continuación desde las pinturas de Tintoretto que alberga, como por ejemplo La última cena, hasta la modernidad de un artista contemporáneo. La pieza de 2.700 kg que se mostró por primera vez en Roma en el pasado mes de marzo, en el interior de las Termas de Diocleciano, ha regresado a la ciudad que la creó para expresar la mutabilidad, la brevedad de nuestra vida y la necesidad de volcarnos en una interacción más benéfica con nuestro entorno. En palabras del artista: La lámpara de araña es un objeto glamuroso que se exhibe en el hogar, por ejemplo en un salón. Es mi necesidad de incluir la muerte en nuestra vida cotidiana, de conectar un objeto de diseño interior con lo que ocurre fuera de casa, en el mundo.
La exposición veneciana se ha ampliado con ocho nuevas obras en vidrio, inéditas, como Brainless Figure in Glass (Figura sin cerebro en vidrio, 2022), un autorretrato en el que se combinan la tecnología con la artesanía: Glass Root (Raíz de vidrio, 2022), que nos recuerda la obra en madera de Weiwei, tras el descubrimiento de restos de deforestación en Brasil en 2017; y objetos cotidianos, como Glass Takeout Box (Caja de vidrio para llevar, 2022), símbolo de la globalización, que ya presentó en mármol en 2015, y Glass Toilet Paper (Papel higiénico de vidrio, 2022), un reflejo de nuestra fragilidad social.
En la abadía benedictina, también se exhiben varias piezas LEGO del artista chino como el icónico selfie de Illumination, 2019 (Lisson Gallery), tomado en Chengdu, en 2009 cuando era escoltado por la policía al ascensor de un hotel, además de algunas de las más recientes como Sleeping Venus (After Giorgione), 2022, Know Thyself, 2022, y Untitled (After Mondrian), 2022.
La muestra, cuyos comisarios son Ai Weiwei, Adriano Berengo y el director de la Abadía de San Giorgio Maggiore, Carmelo A. Grasso, habla de la muerte para celebrar la vida, no nos hunde en la pérdida, aunque nos la recuerde, o en el sinsentido de la existencia, sino que nos alienta a la celebración, incluso desde nuestros despojos.
Nuestros miembros descarnados nos recuerdan a cada momento el milagro de estar vivos, más allá de huesos rotos, como el artista nos recuerda: La comedia humana muestra el contenido liberado de un cuerpo humano: nuestra interioridad abierta, las entrañas de la vida desnudas y expuestas a la vista de todos: nuestra mortalidad expresada por las múltiples partes que definen nuestra propia forma.
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