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Irrational Man: la ilusión de vivir

En Cine y Series viernes, 25 de septiembre de 2015

Eva Peydró

Eva Peydró

PERFIL

Irrational Man o el sentido de la vida felizmente encontrado, y es lo que más se parece al Allen que nos gusta.

El pigmalión de adolescentes, el intelectual desencantado, el personaje tan querido por Woody Allen, que encarnaron él mismo o actores como Larry David (Whatever Works, 2009) reapearece en su última película, Irrational Men, estrenada fuera de concurso en el pasado festival de Cannes.

Joaquin Phoenix también es un gran acierto de casting, como el perfecto profesor con una reputación, comprometido y solidario hasta llegar al desencanto, deprimido, decepcionado y presto al lingotazo de petaca, pero todavía susceptible a la ternura que le provocan sus mediocres estudiantes. Precisamente, la injusticia contra la que siempre ha luchado es la que le devuelve a la vida desde el abismo personal, aunque no sea en Darfur o Bangladesh, sino a través de la angustia de una madre amenazada por la pérdida de la custodia de sus hijos, causada por la actuación de un juez corrupto.

La llegada de Abe (Joaquin Phoenix) a la universidad al inicio del semestre, la curiosidad que levanta su propia leyenda y el éxito inmediato con las mujeres (Emma Stone, admirable, y Parker Posey), así como los diálogos sobre filosofía con sus alumnos, son ingredientes para una trama, que podría hacer esperar una historia bien diferente a la que halla el espectador.

Irrational man (2015, Woody Allen)

Precisamente, el giro argumental tras el encuentro con la desesperada mujer, nos arrastra desde el abatimiento hacia la ilusión, a las ganas de vivir y llevar a cabo un proyecto sorprendente, sobre todo, porque estando al margen de ley se ejecuta en nombre de la justicia. La determinación exaltada se plasma en el avance del protagonista por pasillos de esperanzadora perspectiva, al ritmo de “The ‘In’ Crowd”, en versión instrumental de Ramsey Lewis Trio, con un poder de representación que nos llega a hacer sonreír y empatizar con sus ilusiones y su renacimiento.

Esa es la inflexión interior desde el discurso especulativo a la praxis, al suspense, a ese delinquir novato, tan querido a Woody Allen, y que tanta felicidad ha proporcionado al patio de butacas. Sin embargo, una vez en el terreno de Delitos y faltas (1989), Match Point (2005) y Cassandra’s Dream (2007), Irrational Man se desmarca precisamente en cuanto a la ausencia de culpa y angustia, y defiende el absoluto convencimiento de que los actos de justicia no tienen que ver con la ley y así deben celebrarse, literalmente (El respeto a la ética es el primer signo de impotencia, afirmaba Raskolnikov). Y así y todo, la omnipresente fortuna, variable y nada fiable, será quien tenga la última palabra en un film de cuidada escenografía y factura, con un guion reposado, sin trampa ni cartón. Aquí la magia va de serie.

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