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71 Mostra de cine de Venecia #3 Sótanos austríacos y enredos neoyorquinos

En Cine y Series domingo, 31 de agosto de 2014

Eva Peydró

Eva Peydró

PERFIL

La comedia elegante de Bogdanovich frente a la sordidez de los sótanos austríacos explorados por Ulrich Seidl.

El director de Import-Export y la trilogía Paraíso nos introduce en el fascinante mundo de los sótanos austríacos y de sus propietarios en Im Keller (In the Basement, 2014), presentada fuera de concurso. Catalogada como un documental, poco se diferencia en la mayoría del metraje a lo que nos tiene acostumbrados Ulrich Seidl, planos secuencia sin diálogos, casi fotos fijas que hablan por sí solas…

Será en los momentos en que los protagonistas se dirigen a la cámara explicando su especial relación con la parte más oculta de la casa, subterráneo escondite, guarida, trastero, bar privado, cuarto de lavar, salón de tiro o mazmorra de dominatrix, cuando la imagen transcienda la ficción. Entonces, llega el horror de sus testimonios que, en un arranque de sinceridad, defienden la naturaleza de sus actos, inconscientes de la percepción tan diferente que tendrá el espectador. Ahí está su magia, en hacernos creer que la clase media no puede actuar de forma tan sórdida haciéndonos creer que asistimos a una ficción, para abofetearnos a continuación con la verdad insoportable.

Sin abandonar por un solo momento su personal estilo en el planteamiento y desarrollo de un tema, Seidl confía el noventa por cien del resultado a la pura imagen, que retrata una sociedad de dos caras, que diferencia lo público y lo privado, convirtiendo esto último en lo oculto, en la parte oscura y secreta de la personalidad. Seidl explora las alcantarillas de una sociedad insana, que solo al mostrar sus vísceras se define a sí misma.

Los rubicundos obesos en sus guaridas, rodeados de un universo kitsch, de trofeos de safari, instrumentos de tortura, mausoleos de culto nazi, son una elocuente estampa de la degradación, ensimismamiento y esclerosis del intelecto y de las emociones.

Siguiendo con la pulsión inquietante, en un film que se abre con un par de niños gemelos jugando al escondite en un maizal, Veronika Franz (compañera y asistente de Seidl) y Severin Fiala presentaron dentro de la sección Orizzonti Ich Sehe Ich Sehe (Goodnight Mommy), un thriller sobrecogedor à la Haneke, que levantó de sus butacas a un buen número de espectadores. La historia de los niños que se niegan a reconocer a su madre es llevada al extremo, llegando a un cambio de papeles conducido por Franz con pulso firme, seguridad y sencillez.

No se puede negar la capacidad de turbar y mantener el suspense ni la perfecta dosificación de elementos terroríficos en una escalada de violencia inesperada, tampoco la habilidad para dejar cabos sueltos a base de silencios. Quizá una base más sólida habría compensado el riesgo de vaciar el patio de butacas por la violencia de las imágenes y sobre todo del planteamiento, donde los niños piden cuentas a los mayores, sin embargo, es un film muy correcto, que no descuida ningún aspecto de la producción y sabe usar sus bazas para crear un clima de horror con la mayor simplicidad.

Ich seh, Ich seh (2014, Severin Fiala y Veronika Franz)

La comedia ha llegado también, afortunadamente, a Venecia. A lo grande, como sacada de una chistera por Peter Bogdanovich y fuera de concurso. She’s Funny That Way es un renacimiento del director, sin salirse un milímetro de su querida comedia de altos vueltos, repleta de ingeniosas réplicas, malentendidos, habitaciones de hotel, puertas que se abren y se cierran, descubrimientos embarazosos y tantos personajes como secretos que esconder.

La historia de la prostituta rescatada por la generosidad de un director de teatro, que regresa como un boomerang convertida en actriz, es la chispa que enciende una traca de desatinos y situaciones resueltas con todo tipo de recursos cómicos de la A a la Z. Reflejada en el espejo panorámico del cine clásico, caligrafiada sin borrones, la película del mayor fan de Hollywood ha sido una fiesta con una catarata de carcajadas. Protagonizada por la maravillosa actriz británica Imogen Poots, Owen Wilson, Jennifer Aniston, Rhys Ifans, Kathryn Hahn y sus fieles Cybill Shepherd y Justin Pendleton, entre otros, She’s Funny That Way cumple todos los requisitos para funcionar como un reloj suizo.

Mil veces han etiquetado a Bogdanovich de director acabado, pero gracias a los productores Wes Anderson y Noah Baumbach ha tenido la oportunidad de crear una comedia de enredo con un ritmo perfecto y unos actores en estado de gracia, a los que arranca con estilo e histrionismo, cuando se requiere, unos diálogos brillantes, sacando su mejor vis cómica.  Si hubiera que achacar un defecto a la película (además del manierismo, que para algunos será un punto negativo, no para quien suscribe)  sería no haber aprovechado al límite el momento climático de la trama, en una escena que merecía fuegos artificiales, fanfarrias y toda la batería en acción, al estilo de What’s up, Doc? (1972), pero la sensación de haber pasado un muy buen rato no se desvanece.

She's funny that way (2014, Peter Bogdanovich)

La otra comedia que hemos disfrutado en la sección Orizzonti, negra en esta ocasión, es la producción china The Coffin in the Mountain, dirigida por Xin Yukun. Con un metraje de dos horas y un guion esmeradísimo, que juega con éxito las bazas de las historias entrecruzadas de los habitantes de una aldea de las montañas, podría ser el ¿Quién mató a Harry? del cine oriental. La multiplicidad de los puntos de vista de los protagonistas, respecto a un cadáver hallado en el bosque, nos revela los diferentes motivos de cada vecino y los particulares Harry que todos tienen en el armario. Más allá de la trama bien tejida y las carcajadas provocadas por un sentido del humor desprejuiciado e inteligente, The Coffin in the Mountain aporta un estudio de costumbres interesante.

Los personajes están bien definidos y caracterizados, escritos con gran realismo, sobre todo los protagonistas, que llegan a mostrar un desarrollo de su personalidad que es clave en el excelente resultado del conjunto: una trama perfecta, con una serie de clímax bien repartidos, un argumento original y una técnica casi invisible.

The coffin in the mountain (2014, Xin Yukun)

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