«Calle Málaga», entrevista con Maryam Touzani

La hipnotizante tercera película de la directora y actriz marroquí Maryam Touzani, Calle Málaga, acaba de estrenarse en la región árabe dentro de la Competición oficial del 46º Festival Internacional de Cine de El Cairo, donde fue celebrada con una gala en la Ópera. Ambientada en el corazón de la antigua medina de Tánger, la película sigue a la enérgica española María Ángeles —un vestigio del protectorado español en Marruecos a comienzos del siglo XX— interpretada por la legendaria Carmen Maura, mientras atraviesa sus últimos años con vitalidad, sensualidad y un profundo apego a la ciudad donde nació.

María Ángeles vive sola, aunque nunca se siente sola: sus paseos por los zocos, con sus puestos llenos de especias y sus voces familiares, conforman su discreta vida social. En casa, los boleros y el flamenco giran en su querido gramófono, y las flores de su balcón la acompañan, cuidadas con un ritual casi sagrado. Sin embargo, su alegre rutina se quiebra cuando su hija llega desde Madrid —no solo de visita, sino impulsada por problemas económicos para vender el piso, ahora legalmente suyo tras la muerte del padre. La sonrisa de María Ángeles se apaga, pero no el fuego en su mirada: está dispuesta a defender su hogar, sus raíces, su identidad.

En una conversación distendida celebrada en la sala de prensa del festival, Maryam Touzani reveló detalles sobre los orígenes autobiográficos de la película, su proceso de trabajo con Carmen Maura, la exploración íntima y a la vez universal de la vida humana en Calle Málaga, y por qué envejecer es un privilegio que el cine debería celebrar.

Una emoción más que una idea

“Empecé a escribir esta película hace mucho tiempo como una reacción emocional ante una pérdida reciente”, explica Touzani cuando se le pregunta por la génesis del filme: “Calle Málaga nació del duelo, no de una idea. Había perdido a mi madre y, de forma inconsciente, necesitaba seguir hablando con ella —el proceso de escritura fue un intento de mantener esa conexión cercana.”

Rodar en español fue, para Touzani, la elección más natural, ya que es su lengua materna. Sentía la necesidad de regresar a sus recuerdos y, de algún modo, mantener viva a su madre, conservar la sensación de seguir pasando tiempo con ella. “Estar rodeada en el rodaje de gente hablando español fue reconfortante. Yo hablaba con mi madre en español porque también soy parcialmente española —mi abuela era española. Crecí hablando ese idioma. Así fue como el personaje de María Ángeles se desarrolló a partir de mis recuerdos de mi abuela. Todo se mezcló, llevándome de vuelta a mi ciudad natal, Tánger. Esta fue la primera película que rodé allí.”

Carmen Maura, la encarnación de la joie de vivre

“Trabajar con Carmen fue una experiencia maravillosa”, recuerda Touzani. “Carmen está llena de vida, de profundidad, y tiene algo muy cercano al personaje de María Ángeles —una joie de vivre que forma parte natural de ella. Durante el rodaje de Calle Málaga, vivía a solo 20 o 30 metros del piso donde filmábamos, así que la calle también se convirtió en suya. Quería sentir el entorno, escuchar los sonidos, oler los olores y entender por qué esta mujer estaba tan vinculada a su ciudad. Fue maravilloso compartir este viaje con ella.”

La presencia de Carmen también permitió a Touzani explorar un modo distinto de representar la vejez. “El envejecimiento siempre se muestra de una manera muy determinada en el cine. Yo quería mostrar un proceso de envejecer lleno de vida, de energía y de amor por la vida y por el futuro.”

Envejecer como un signo de libertad

La película trata tanto de la vida y la memoria como del envejecimiento. “Es muchas cosas”, explica Touzani. “Envejecer es algo hermoso. Tendemos a temerlo, pero es un privilegio. Yo no vi a mi madre llegar a una edad tan avanzada como me habría gustado. Las arrugas, las marcas… son el testimonio de una vida que hemos tenido el privilegio de vivir. Quería celebrar la vejez, los cuerpos que envejecen, y la libertad de envejecer sin que la sociedad imponga expectativas. Cada persona debería tener la libertad de envejecer como lo sienta, sin ajustarse a las ideas de los demás.”

Calle Málaga retoma también temas que Touzani ha explorado en sus películas anteriores: la continuidad personal, la muerte, la finitud y el paso del tiempo. “Todas mis películas nacen de algo personal. Esta va más lejos en esa exploración. María Ángeles está en paz con que su vida se acerque al final. Pasa tiempo en un cementerio, un lugar de reflexión y serenidad. La vida es duelo, tristeza, alegría… todo mezclado. Estos temas siempre están ahí, pero emergen de forma distinta cada vez.”

Sexo en la tercera edad

Quizá el elemento más audaz y, de manera natural, el más seductor de la película es su interpretación de la sexualidad en la vejez, cuando María Ángeles vive una historia de amor con un anticuario al principio gruñón que acaba sucumbiendo a su magnetismo.

“Cuando envejecemos, la sexualidad se convierte en algo mal visto, y poco a poco nos desexualizan. María Ángeles se niega a eso. Disfruta de su cuerpo y de sus deseos. Es importante mostrar los cuerpos envejecidos con honestidad, porque el cine tiende a ocultarlos. La vida es un renacimiento. Mientras estemos vivos, nada debería dictar un final. Como dije antes, envejecer es un privilegio.”

Carmen Maura, de 79 años, dudó al principio ante las escenas de desnudo. “Le encantaba el guion y estaba dispuesta a hacerlo”, recuerda la directora. “Pero me preguntó: ‘¿De verdad tengo que estar desnuda?’ Nunca lo había hecho. Le expliqué que no se trataba simplemente de desnudez, sino de la libertad y la fuerza que vienen con envejecer, cuando puedes decir: ‘No me importa’. Se trata de dejarte ver en la belleza de todas las edades, de afirmar quién eres y abrazar tu alma. Si ella no llegaba a ese punto, lo que la película quería expresar quedaría sin decir.”

Maryam Touzani.

A lo largo de largas conversaciones, Carmen comprendió la intención: mostrar su cuerpo envejecido, con sus arrugas, no era un gesto banal ni voyeurista, sino una declaración de belleza y resistencia. “Había algo que ella sentía —explica la directora—, algo que le daba fuerza. Decir ‘voy a mostrarme tal cual’ fue empoderador, una afirmación de presencia y honestidad.” Incluso la elección de la persona con la que se confiesa en la película —una monja— añade complejidad, evidenciando que la intimidad y el placer trascienden los límites convencionales.

El apartamento como personaje en Calle Málaga

Uno de los espacios clave de la película —el apartamento de María Ángeles, con techos altos, muebles de caoba oscura y toques de exotismo oriental en la decoración— fue elegido con sumo cuidado. “La mitad de la película transcurre dentro del apartamento, así que podríamos haber rodado en un estudio, pero yo quería sentir el alma del lugar. Está en plena zona viva, dentro de la Medina, subiendo hacia la Casbah. Pertenece a una anciana estadounidense y conserva intacto el espíritu del edificio de estilo español. Para mí, el apartamento es un personaje. Sus paredes han sido testigo de décadas de la vida de esta mujer. La calle exterior, los olores, los sonidos que se filtran en el ambiente… todo contribuye a la autenticidad de la historia.”

Ese apartamento encarna también un contraste generacional y social. “María Ángeles vive en una realidad en la que puede permitirse este piso. Su hija, en cambio, sobrevive como puede: dos hijos, un divorcio, dificultades cotidianas. Sus realidades están muy alejadas. No se trata de culpabilizar a nadie, sino de comprender. Cada generación habita un tiempo y un espacio distintos.”

Reencuadrar el Magreb

Uno de los aspectos más llamativos de Calle Málaga es su particular representación del Magreb, muy distinta de la que suele aparecer en el cine. A diferencia de muchas películas que lo muestran como un lugar menos deseable frente a Europa, aquí ocurre lo contrario: el viejo continente —aunque Madrid nunca aparezca en pantalla— se percibe como un espacio hostil, frío, regido por una lógica calculadora, mientras que Marruecos, y Tánger en particular, aparece como un territorio hospitalario, vibrante y profundamente doméstico.

«Para María Ángeles, Tánger es su pequeño paraíso», explica Touzani. «No necesita ningún otro. Tiene a sus amigas del barrio, a personas que conoce desde hace tantos años. El sol brilla. Su vida está en el corazón de la ciudad y la disfruta plenamente. Para mucha gente existe una douceur de vivre, una dulzura de vivir donde las conexiones humanas siguen vivas. En las grandes ciudades, a medida que el mundo avanza, la gente compra por internet y ya no baja necesariamente a las tiendas o a los cafés del barrio. Esa conexión se está perdiendo, pero en Tánger aún se mantiene. Por supuesto, la ciudad ha crecido mucho, pero todavía quedan lugares preservados. Siento nostalgia por todo ello, y esa nostalgia se percibe en la película».

Reflexionando sobre su propia experiencia, añade: «Después de vivir en Europa y en Miami, la razón por la que mi marido, Nabil Ayouch (coguionista de Calle Málaga), y yo decidimos instalarnos en Casablanca fue precisamente reencontrar eso que expreso en la película: un espacio íntimo donde sentirse parte de una comunidad, donde hay una tienda, un café, un ritmo de vida que conecta a las personas. Esa cercanía humana no tiene precio, y yo quería conservarla y celebrarla en la historia».

Memoria, religión y decisiones narrativas

La guardiana de los secretos de María Ángeles es una monja sometida a voto de silencio, una figura que surgió de manera inconsciente durante la escritura. «Cuando escribo, es cierto que no siempre sé por qué aparece un personaje», explica. La monja llegó a su mente de forma natural, moldeada por recuerdos de infancia: «Mi abuela era católica y yo solía acompañarla con las monjas. Como niña muy curiosa y habladora, siempre me preguntaba qué sentían esas mujeres y cómo lograban no hablar. Esa curiosidad se quedó conmigo y encontró su camino en la historia de María Ángeles».

Las conversaciones de María Ángeles con la monja reflejan su propio recorrido de intimidad, confesión y exploración emocional. Touzani añade: «Existe una conexión entre el personaje y mi abuela en esos recuerdos; María Ángeles encarna mucho de ello».

Capas históricas y el pasado de Tánger

La propia ciudad de Tánger aporta una profunda resonancia histórica a la película. El Teatro Cervantes, donde María Ángeles trabajó en el pasado, fue un emblema de una era cultural española ya desaparecida. «Fue creado en 1913 por una pareja española que creía en la cultura cuando nadie más lo hacía. Acogió a las grandes voces del panorama musical español de la época, pero acabó cerrando durante unos cincuenta años», recuerda la directora. «Yo crecí viéndolo como un fantasma de fondo. Pasábamos caminando o en coche y siempre estaba allí, como un testigo silencioso. Se hablaba de derribarlo, pero de algún modo resistió. Y ahora está reabriendo, desafiando al tiempo, negándose a desaparecer, como la propia María Ángeles».

La historia del teatro guarda un paralelismo directo con la resiliencia del personaje: «Resistir, resistir, resistir, y al final renacer porque ella decide quedarse, abrazar plenamente su presencia. Fue una coincidencia que la recuperación del teatro y el estreno internacional de la película sucedieran casi al mismo tiempo. Tanto el teatro como el personaje encarnan supervivencia, memoria y persistencia cultural».

El cine árabe hoy

Touzani se sitúa dentro de un renovado auge del cine árabe. «Hoy los cineastas árabes están haciendo oír su voz. Cuentan sus propias historias y ofrecen perspectivas más allá de lo que muestran los medios sobre la región. Los artistas tenemos el deber de aportar nuevas formas de expresión a través del arte, el cine y la música. Es fundamental».

Calle Málaga será distribuida internacionalmente y es la candidata oficial de Marruecos a los Oscar. Su lanzamiento europeo comenzará en febrero, con el estreno en España previsto para el 27 de marzo, y posteriores estrenos en Sudamérica, EE. UU., Canadá, Asia, Australia y Nueva Zelanda.