El actor protagoniza la nueva campaña de una firma con pretendido nombre italiano. ¿Qué pasaría por su mente mientras la cámara hacía clic?
La suya es la historia de un hombre a un traje pegado, no porque le queden muy bien -que sí-, sino porque desde el inicio de su carrera es un dos piezas el que recurrentemente ha marcado la trayectoria de Quim Gutiérrez. A escala nacional, el público le descubrió en la gran pantalla gracias a uno que él no sabía de qué color era, si azul oscuro o si casi negro. Después, su porte sobre la alfombra roja y su apolínea figura le convirtieron en imagen de marcas tan dispares como Blanco o Givenchy. Quim, sabiéndose deseado, explota su vertiente fashionista desde su púlpito en Instagram, donde da cuenta de sus inquietudes con los trapos. Ahora, las masas le disfrutan en las marquesinas de las paradas de autobús y en todo soporte publicitario posible por obra y gracia del todopoderoso gigante de la distribución del triánguo verde. Enfundado en la firma por excelencia de los trajes para padres, Quim luce la colección otoño invierno con gracia. Pero sabed que no hay ningún Emidio ni ningún señor Tucci detrás de la marca homónima: esto es lo que Hacendado a Mercadona, pero en versión corte y confección de americanas y pantalones.
En la campaña, de factura exquisita, el actor hace gala de todas sus emociones mientras luce diferentes prendas del catálogo. ¡Qué despliegue interpretativo! ¡Qué poses! ¡Qué torsiones! ¿Qué pasaría por la cabeza del actor catalán, mientras se abría y se cerraba el obturador?
Cual caballero de lienzo de El Greco, Quim se lleva la mano al pecho, atribulado, algo incrédulo y seductor. O le han robado la cartera, o le va a dar un síncope por el precio del traje de raya diplomática que luce. Menos mal, chica, eso no me lo esperaba, parece decir.
Quim se olisquea el puño de la americana. Está confundido. ¿Contra qué la habrá rozado? ¿Qué es ese hedor que desprende la loneta? ¿Una barra de bar contra la que la prenda ha ejercido de bayeta? ¿Un descuido del actor tras un apretón urgente, de esos que tienes que hacer en un baño público? Yo no sé las nubes a qué olerán, pero aquí apesta a perro mojado, reflexiona el actor, seguramente.
O el frío le ha pillado por sorpresa, o se ha olvidado la bufanda en casa. Quim, entre inocente y ruborizado, desboca su suéter, olvidándose de que perderá la forma para siempre, que la lana es muy traicionera. La actitud de nene malo siempre vende, recuerda el intérprete, mientras piensa en el cheque que recibirá tras la sesión.
Le pica la nuca, le pica el pecho. Se rasca. Jo, os dije que este suéter picaba y os ha dado igual, se queja Quim, con los ojos vidriosos, por culpa de las fibras acrílicas de esta prenda.
De tanto contemplar al intenso de Quim, me están entrando unas ganas de ir a la segunda planta de los grandes almacenes del difunto don Isidoro… ¿Cuándo quedamos? ¿Veis como la publicidad surte efecto?
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