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Cine y Series

“Nil by Mouth”, debut de Gary Oldman como director

En Lyrical nitrate, Cine y Series lunes, 9 de junio de 2014

Dani Gascó

Dani Gascó

PERFIL

Pese a ser uno de los debuts más espectaculares del cine británico, la película de Gary Oldman como director pasó muy desapercibida en España. Recientemente, ha anunciado que el próximo año volverá a dirigir.

El guionista más célebre del neorrealismo italiano, Cesare Zavattini, aconsejaba contar la realidad como si fuese una historia. Medio siglo después, Gary Oldman, en su debut como realizador, cuenta una historia como si fuese real. Sin escatimar ninguna herramienta del cine de ficción: actores profesionales, banda sonora de Eric Clapton, juego calculado de luces y sombras…, el cineasta y guionista Gary Oldman despliega una potencia narrativa tan notable que llega a convencernos de que todo su relato si no está sucediendo, transcurre al menos en un marco real. Pero, ¿cómo lo consigue? Si observamos atentamente esta rotunda película, notamos que la cámara busca la sincronía, ocupa casi siempre el lugar de la enunciación.

Salvo contadas excepciones, no encuadra al que escucha, sino a quien habla y no se corta, nunca recurre a la elipsis para eludir el grito o retirar discretamente el objetivo del lugar del horror. Vemos también que cada plano corresponde a una mirada, está animado por una subjetividad propia. A veces coincide con el espectador y sentimos que la imagen nos acoge, nos hace cómplices hasta el punto de incomodarnos; en otras, sobre todo las escenas exteriores tomadas con teleobjetivo, activa una mirada espía, dejando el relato aparentemente desnortado, moviéndose de un lado a otro mientras sigue de lejos a los personajes, que reencuadra intercalando capas diversas: calles transitadas,  escaparates luminosos, peatones anónimos que atraviesan el plano…

De manera hipnótica, el realizador parece decirnos: “No cierres los ojos. Lo que ves no es mera imagen. Existe y seguirá existiendo, más allá de su parpadeo visual”.

Ray Winstone volcánico

Ray Winstone volcánico

Sin remarcarlo, el contexto donde se ubica la historia, legado de quien gobernó y demostró ser enemiga de la clase trabajadora, no puede ser más negro: el desempleo sigue siendo masivo (ningún hombre en la película parece tener oficio), las fábricas están cerradas, las comunidades destruidas, la violencia campa en las calles… Mientras los hombres trapichean y bañan sus noches ociosas con tabaco, sucias historias y alcohol, las mujeres sostienen la casa después del trabajo. En esta jungla, las familias sobreviven como comunidades mafiosas: la violencia es el motor y el tráfico de drogas su alimento.

Y todos ellos comparecen ante la cámara sin que el cineasta tome partido, buscando siempre el punto más agresivo y frágil de víctimas y verdugos, indagando en una red compleja de sentimientos, que  sobreviven como las viejas canciones: pese a que mi padre me amenace, my heart belongs to daddy; aunque me haya dado los golpes más duros de mi vida, I love my mister man. No en vano, Gary Oldman dedica la película a su padre, quien abandonó a su familia cuando él tenía sólo seis años. Una ausencia, un silencio (cero, nada en la boca, como indica el título), que el cineasta, sin embargo, ha transformado en rabiosa humanidad.

*Esta película formó parte de un ciclo anti-Thatcher organizado por el CGAC (Centro Galego de Arte Contemporànea).

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