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Chiara Muti revitaliza el “Giulio Cesare” de Händel, en Ravenna

En Música miércoles, 22 de enero de 2025

Gian Giacomo Stiffoni

Gian Giacomo Stiffoni

PERFIL

Tras la producción de Tamerlano en 2023 y de la Trilogía de Otoño en 2024, Ravenna continúa su colaboración con la Accademia Bizantina, dirigida por Ottavio Dantone, con el objetivo de revalorizar, en el contexto del Teatro Alighieri, el repertorio operístico del siglo XVII y principios del XVIII. En esta ocasión, el centro de la iniciativa fue la inauguración de la temporada del teatro con la ópera Giulio Cesare in Egitto, un drama musical de Georg Friedrich Händel con libreto de Nicola Francesco Haym (basado en un texto de 1676 escrito por Gian Francesco Bussani para el Teatro San Salvador de Venecia), estrenado por primera vez el 20 de febrero de 1724.

Giulio Cesare in Egitto

Un momento del tercer acto de Giulio Cesare in Egitto. ©Zani-Casadio.

Giulio Cesare in Egitto es la decimoséptima ópera en el catálogo händeliano, compuesta entre 1723 y 1724 para el King’s Theater de Londres, del cual Händel era director artístico en esos años. Objeto de varias revisiones en las tres reposiciones que tuvo hasta 1726, siempre en Londres, la partitura de Händel no es solo una de sus óperas más conocidas, sino también una obra maestra de la ópera barroca italiana. Expresiva, variada y con uno de los orgánicos instrumentales más ricos de la producción del compositor, la obra incluye algunas de las arias más célebres y logradas de Händel, escritas para un reparto vocal deslumbrante encabezado por el famoso castrato Francesco Bernardi, conocido como “Il Senesino” (Giulio Cesare), y la soprano Francesca Cuzzoni (Cleopatra), célebre por su habilidad en el estilo patético.

El inicio del segundo acto de "Giulio Cesare in Egitto". ©Zani-Casadio.

El inicio del segundo acto de Giulio Cesare in Egitto. ©Zani-Casadio.

En la versión presentada en Ravenna, Dantone optó por un enfoque filológico, utilizando instrumentos originales y un orgánico reducido, con el bajo continuo de los recitativos interpretado al clave por el propio director. Su lectura de esta inmensa partitura, que en Ravenna fue recortada de algunas arias y aun así llevó a un espectáculo de casi tres horas y media, fue notable, ágil y suficientemente atenta tanto a las dinámicas sonoras como al equilibrio entre la orquesta y la escena. Sin embargo, pese a su sólida técnica y exquisito control de las sonoridades, Dantone logró solo parcialmente extraer toda la riqueza de colores pensada por Händel, especialmente en el delicado equilibrio entre la ligereza vaporosa de las secciones brillantes y la cálida atmósfera lírica que caracteriza las arias patéticas de Cesare, Cleopatra y Cornelia.

Marie Lys y Filippo Mineccia en un momento del segundo acto de "Giulio Cesare in Egitto". ©Zani-Casadio.

Marie Lys y Filippo Mineccia en un momento del segundo acto de Giulio Cesare in Egitto. ©Zani-Casadio.

El reparto, aunque integrado por cantantes bien preparados, no siempre estuvo a la altura de las tremendas exigencias de una escritura vocal diseñada para las mejores voces del siglo XVIII. Destacaron el Giulio Cesare del contratenor Raffaele Pe y la Cleopatra de Marie Lys, ambos vocalmente eficaces de principio a fin y protagonistas de momentos solistas interpretativamente envolventes. Menos impactantes, aunque correctas, fueron las actuaciones de la contralto Delphine Galou (Cornelia), el contratenor Filippo Mineccia (Tolomeo), el bajo Davide Giangregorio (Achilla) y el contratenor Federico Fiorio (Sesto). En este último caso, queda abierta la cuestión filológica de haber asignado el papel a un contratenor cuando Händel lo concibió originalmente para una soprano “en travesti”.

Federico Fiorio en el primer acto de "Giulio Cesare in Egitto". ©Zani-Casadio.

Federico Fiorio en el primer acto de Giulio Cesare in Egitto. ©Zani-Casadio.

El éxito de la velada se debió también a la lograda puesta en escena de Chiara Muti, quien, frente a su primera experiencia con una ópera barroca, supo renovar y actualizar este repertorio para hacerlo accesible al público contemporáneo, respetando siempre las características dramatúrgicas y musicales del género. La dirección de escena equilibró con sensibilidad las pasiones humanas (duelo, amor, venganza y seducción) con las exigencias políticas que estructuran el libreto de Haym. La propuesta escénica fue rica, dinámica y variada, incluso en los momentos de éxtasis dramática, en sinergia con el trabajo de Alessandro Camera (escenografía), Tommaso Lagattolla (vestuario) y Vincent Longuemare (iluminación).

El resultado fue una representación coherente y significativa, aunque en ocasiones con un exceso de movimiento escénico en los momentos más agitados u oníricos. Chiara Muti introdujo además interesantes referencias al mundo de Shakespeare, familiar al público londinense del siglo XVIII, como en la escena inicial del segundo acto, donde Cleopatra seduce a César disfrazada de su sirvienta Lidia, inspirándose en El sueño de una noche de verano. También destacó la caracterización de Sesto, un hijo en busca de venganza por la muerte de su padre, mostrado como un personaje atormentado al estilo del Hamlet shakespeariano. El público ovacionó la velada, destacando especialmente al Giulio Cesare de Raffaele Pe y la brillante puesta en escena de Chiara Muti.

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