El imaginario colectivo ha conseguido edificar un cosmos sobresaturado en el que no hay protagonistas sino héroes, no hay conflicto sino episodios, no hay tres actos sino canciones e intermedio.
El perro vuelve a Bombay. Al monzón, a la desigualdad, a la burocracia… aspectos difíciles de recordar si sólo ves cine de Bollywood. El imaginario colectivo ha conseguido edificar un cosmos sobresaturado en el que no hay protagonistas sino héroes, no hay conflicto sino episodios, no hay tres actos sino canciones e intermedio. Una diégesis que se nutre de sí misma y que se crea y engulle a velocidad instantánea.
Toda una estética que algunos han aprovechado para hacer negocios. Todos conocemos el anuncio de Delpitapitadel, pero más desconocido y cínico es el caso de la compañía armamentística israelí Rafael, un vídeo ahora muy actual…
Dicen que Bollywood está cambiando. Dicen que la nueva generación está introduciendo nuevos elementos y que estos se van deglutiendo y reproduciendo. Anurag Kashyap ha sido uno de esos motores, quizás el de mayor potencia.
Después de trabajar como guionista y dialoguista en la industria durante años, el director posibilista comienza fuerte con Paanch (Cinco, 2003), que aún no se ha estrenado. La cinta no pasa el certificado de los censores en dos ocasiones por: violencia (se muestra el asesinato de un policía), uso excesivo de drogas, lenguaje connotativo (de carácter sexual) y por no incluir personajes positivos o promover un mensaje social. La película se filtró en 2010 en la red.
El fracaso no consigue frenarle y dirige la que quizás sea su película más transcendente, Black Friday (Viernes Negro, 2004), sobre el ataque terrorista en Bombay de 1993. A pesar de su verborrea, repetición y longitud (¡163 minutos!), Kashyap narra los hechos acaecidos con rigor, dotando de voz y tridimensionalidad a los terroristas, policías, afectados, incluyendo a los intermediarios. Además, se retrata una Bombay nada glamourizada, rodando exteriores en las verdaderas localizaciones del suceso e interiores con una alta saturación en azul, amarillo tabaco y rojo, que recuerda al Soderbergh de Traffic (2000).
La película se estrena en Locarno, Hamburgo y Pusan, pero se prohíbe en India. Cuando por fin consigue estrenarse (en 2007), Kashyap ya ha dirigido dos películas más y escrito Water para Deepa Mehta (nominada a mejor película extranjera en los Óscars).
Si Kubrick decidió rodar 2001 (1968) cuando consigue total libertad creativa, Kashyap decide re-interpretar el clásico indio Devdas (que ya se había llevado a la pantalla en 1928, 1935, 1936, 1953, 1955, 1965, 1979, 1989, doblemente en 2002, y después de esta versión en 2013). La película se inspira en Requiem por un sueño (Aronofsky, 2000) para llevarnos al estado de embriaguez del personaje. Sin duda, lo más interesante de Dev. D (2009) es el personaje que interpreta Kalki (esposa de Kashyap) que borda el personaje de una lolita de pueblo que decide hacerse prostituta en la gran ciudad para pagarse la universidad.
Sin embargo, Kashyap perpetra la ingenuidad (o arrogancia) con la que se trata al espectador, el cine como teatro rodado (en sets) con intervalos musicales, así como los leitmotivs narrativos de Bollywood (el triángulo amoroso, o los múltiples protagonistas entre ellos). Salvamos algún momento fresquito, como este.
Kashyap, no obstante, cala y se enquista en el corazón del público indio y en los festivales del extranjero. Con Gangs of Wasseypur (2012) aterriza en Cannes con dos partes que muestran una narrativa verdaderamente desorganizada y unas tomas extremadamente largas (sin resultar virtuosas). El único avance para Bollywood fue la violencia que exacerba en imagen y palabra. Cuando vi la primera parte en Bombay, la sala no podía parar de reír con los “follador de hermanas” que soltaba Richa Chadda. Y Manoj Bajpai protagoniza la que probablemente sea la muerte más larga jamás filmada.
Como dijo Tarantino, todo cineasta tiene su época y Kashyap ya no excita a la nueva ola que comienza a rodar en Bombay. Para ellos el que prometía cambio, ya, es sistema. Si no cambias el mundo, el mundo te cambia a ti.
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