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El matrimonio bien avenido de Franz Ferdinand y Sparks

En Música jueves, 2 de julio de 2015

Carlos Pérez de Ziriza

Carlos Pérez de Ziriza

PERFIL

La entente entre escoceses y angelinos, que se estrena en nuestro país los próximos 11 y 19 de julio sobre los escenarios del Cruïlla y el FIB, reafirma la conexión intergeneracional entre ambas bandas con uno de los discos más excitantes de las últimas semanas.

Franz Ferdinand no tienen un pelo de tontos. Sus detractores siempre les han tildado de superficiales, de miméticos, de producto circunstancial destinado a la pista de baile. Y aunque gran parte de la funcionalidad de su música no se explicaría sin el revival post punk de principios de los 2000, ni tampoco sin el aliento extrovertido y festivo que inspiran la mayoría de sus canciones, amplificado sobre el escenario de cualquier gran festival, no se les puede negar a Alex Kapranos y a los suyos esa taimada capacidad para olfatear el signo de los tiempos que les ha tocado vivir.

Su “Take Me Out” fue uno de los singles definitivos de la pasada década. Y cuando mucho tiempos depués ya muchos daban su discurso por amortizado, se sacaron no solo un disco ciertamente consistente, que hacía olvidar algunas veleidades previas (Right Thoughts Right Words Right Action; Domino, 2013), sino también una secuela que esquiva el anquilosamiento al que parecían abocados sin remedio: un disco conjunto con Sparks, la legendaria banda de Los Angeles a la que tanto fervor han profesado siempre. El disco se llama FFS (Domino, 2015) y tiene la virtud de preservar las mejores cualidades de ambas bandas, en una colaboración que pocos podían aventurar tan equilibrada y revitalizante.

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No todas las bandas pueden salir indemnes de tal envite. Y los escoceses lo consiguen, y con creces. Tampoco todos los proyectos marcados por la sombra del revival pueden hacer gala de una compenetración tal con uno de los grupos más heterodoxos de la historia del pop. Porque los hermanos Ron y Russell Mael, el núcleo de Sparks, siempre fueron unos adelantados a su tiempo, nadando contra el ritmo natural de la historia del pop y adelantándose a la new wave y al glam rock en una discografía casi inabarcable pero repleta de destellos de genialidad. Heterodoxa y chispeante. Su primer álbum, homónimo (aunque originalmente llamado Halfnelson) y producido por el genial Todd Rundgren (otro músico brillante que no sabe de prejuicios), ya fue toda una declaración de principios, nada menos que en el lejano 1971.

Y es que pese a la frecuente previsibilidad por la que han desfilado en los últimos tiempos Franz Ferdinand, hay un punto de bizarría compartida entre ambas bandas. Un fértil terreno común en el que perfeccionar esas melodías casi esquizoides, esos ritmos juguetones, esos teclados gomosos. Ese sentido del pop, divertido y arty a la vez. De todo eso anda precisamente sobrado FFS. La unión de ambas bandas significa eso que se da en llamar una win-win situation, en toda regla. Todos ganan, nadie pierde. De un lado, Franz Ferdinand revitalizan una trayectoria marcada por la repetición de esquemas, en cuyo éxito ha tenido más peso la inteligencia para fagocitar estilos y dotar al resultado de un concienzudo y resultón envoltorio visual que cualquier fogonazo de genio. Por su parte, Sparks tienen la oportunidad de cobrar una visibilidad de la que nunca gozaron a lo largo de su incorregible carrera, de casi 45 años ya, situándose más cerca de los radares de la actualidad que nunca.

Aunque la unión llegue en un momento más que propicio, no irrummpe ni mucho menos emborronada por la sombra del oportunismo. Fue en 2004 cuando los hermanos Mael enviaron un primer tema con vistas a que los de Glasgow le dieran vida. Pero aquel “Piss Off” no se ha podido ver concretado justo hasta este año, acompañado por otros quince temas más. Ambos lo presentarán sobre el escenario del Festival Cruïlla de Barcelona el próximo 11 de julio y algo más de una semana mas tarde sobre el escenario verde del Festival de Benicàssim, en la noche del próximo 19 de julio. Un recinto, este último, que los de Glasgow conocen muy bien. Allí han contado sus presencias casi siempre por victorias, con especial mención al demoledor set que se marcaron en 2006, con toda seguridad el más concluyente de aquella edición. Y este año tendrán que hacerse valer para descollar en un cartel en el que sobresalen Blur o Portishead. Material tienen para ello, así que valdrá la pena no perder detalle.

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