La vida y obra de Andrea Pazienza le acercan a Iggy Pop o Lou Reed, pero, además, el dibujante realizó portadas para algunos de los cantautores italianos fundamentales.
El 23 de mayo de 2016 Andrea Pazienza habría cumplido 60 años. De desbordante creatividad, moderno, guapo y estiloso, el italiano fue símbolo de una vanguardia a través del cómic, de una historieta que miraba al lado más gamberro de la realidad, de una juventud convulsa y efervescente, arrastrada en un remolino de cambios sociales. También un damnificado más de una época en la que se quiso vivir todo y, además, de manera muy rápida, como demuestra su muerte con tan sólo 32 años víctima de la heroína.
Con hechuras de rockstar y un talento que le ha convertido en icono cultural indiscutible en Italia, en España Pazienza era poco más que un recuerdo perdido entre las páginas de un puñado de ejemplares de la revista El Vibora. La publicación en septiembre de 2015 de Zanardi, primero de los dos volúmenes mediante los cuales la editorial Fulgencio Pimentel pretende publicar la práctica totalidad de la obra del autor, ha permitido asomarse a un autor interesado en describir el inconformismo juvenil, en una suerte de walk on the wild side en el que abundan drogas, noches eternas, discotecas chungas y la inquietud de quien quiere algo diferente.
En las historias que recopila Zanardi, el dibujante italiano se debate entre la ética punk de una libertad formal que transmite una estudiada anarquía y una abierta estética rockera reminiscente del Lou Reed más macarra y el Iggy Pop más desatado. Y, sin embargo, Pazienza, en sus incursiones en territorio musical, se acercaría a territorios sustancialmente distintos. Porque Andrea, fumettista pero también pintor y profesor de educación artística, realizará affiches cinematográficos o escenografías para obras de teatro y, cómo no, portadas de discos.
Entre el año 1979 y 1986, el artista se encarga de un buen puñado de portadas de discos de autores diversos. Pese a los matices, el común denominador es que todos ellos son cantautores italianos. Entiéndase el gentilicio como claro elemento diferenciador de lo que en nuestro país entendemos por el sustantivo que le precede. La larga tradición de autoconsumo musical marca en Italia la figura de un artista que no necesariamente aborda temáticas sociales desde la espartano economía sonora de una guitarra acústica. Hay mucho más.
El arte de Andrea Pazienza ha ilustrado las cubiertas de los trabajos discográficos de un artista con un determinado poso ideológico como Claudio Lolli, del grupo de rock progresivo Premiata Forneria Marconi o de un apóstol del jazz fusión y la world music como Enzo Avitabile. Sin embargo, el grueso de sus colaboraciones se las dedica a grandes nombres de la canción italiana de toda la vida, pilares de ese pop camaleónico pero indefectiblemente meloso y sentimental prácticamente indisociable de la cultura popular del país transalpino de los últimos cincuenta años. La palma se la lleva Roberto Vecchioni, para quien Pazienza ilustrará hasta ocho portadas. Fiel a su manera de ser, el dibujante es, hoy en día, más sinónimo de rock and roll que todo ellos sin haber hecho sonar un solo acorde.
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