La tercera edición del festival pop que se celebra en Espai Rambleta ya está aquí. Y ya que no sirve de nada lamentar la ausencia de alguna luminaria foránea, abogamos por quedarnos con cinco recomendaciones de carácter imprescindible.
Pop, folk, garage rock, post punk, electrónica y hasta americana se dan cita este fin de semana en el festival Deleste. Ese certamen que convierte el Espai Rambleta en un hormiguero de gente durante dos jornadas casi agotadoras, y que consigue sacudir y dinamizar la vida cultural valenciana a golpe de buena música. Este año, además, con la incorporación de su recién estrenado tercer escenario. Porque si algo distingue al Deleste es su apuesta por un cierto perfil propio, distanciado del recurrente mimetismo de otras citas más orientadas al ocio estival. Su envite en el cultivo de una diversidad de estéticas que no contradice un buen gusto general. Aunque este año toque fruncir el ceño ante la incomparecencia de alguna banda internacional de mayor o menor peso, como sí ocurrió estos dos años anteriores.
Pese a eso, no faltan reclamos más que poderosos para dejarse caer el 24 y el 25 de octubre por allí. Nosotros esbozamos desde aquí solo cinco, aunque las hojas de ruta puedan ser tan variadas y diferentes entre sí como los cientos de personas que por allí pululen.
El primero de ellos, El Columpio Asesino. La banda navarra que, tras el éxito de su single “Toro”, podría haberse decantado por transitar esos caminos tan trillados que otros compañeros generacionales frecuentan. Al contrario: lejos de traicionarse a sí mismos, ahondaron en la rugosidad enfermiza de su anterior disco para completar Ballenas muertas en San Sebastián. Un álbum que evoca el post punk más hosco de principios de los 80, fabricado con material de derribo y sin concesiones de cara a la galería. Un tratado de electro rock obsesivo e hiriente, que en directo gana muchos enteros.
Grupo de Expertos Solynieve, por su parte, también exploran el punto de fuga desde el que Jota (Los Planetas) escapa de su propia sombra, en connivencia con otro compositor de fuste, como es Manu Ferrón. Melodías acrisoladas en la calidez del sur español, tendiendo un puente invisible con la mejor tradición pop de California. Agitación lírica inteligente ante un entorno hostil. Y canciones, canciones como soles. Aunque eso, en su caso, sea todo un tópico.
A estas alturas, ir desempolvando los discos de Joy Division, The Cure o Sonic Youth puede sonar a una cantinela de lo más cansina. Un modus operandi que lleva girando alrededor de sí mismo más de una década, como si viviéramos en un interminable bucle temporal. Curiosamente, los vascos Belako se dedican fundamentalmente a eso, pero consiguen todo lo contrario: que lo suyo suene excitante, estimulante y hasta bailable. Será cuestión de personalidad. El caso es que el escenario debería refrendar esa proyección, que con tanto brillo apuntan.
Algo parecido podemos decir de los barceloneses Me & The Bees. Estribillos adherentes y candor indie, heredados de la mejor tradición de los años 90, en una propuesta de pop carnoso y nutritivo, de una eficacia desarmante. Y al igual que ocurrió el año pasado con los radiantes Tachenko, pueden encarnar algunos de los mejores momentos de esta edición precisamente protagonizando esa jornada matutina de puertas abiertas para todo el público.
El apartado electrónico también oferta señuelos poderosos, como Marc Piñol, BeGun, Sau Poler o El Txef_A. Sin olvidarnos de María Coma, Joe La Reina, Pony Bravo, Madee o Nueva Vulcano. Tampoco la representación valenciana queda precisamente huérfana, con Modelo de Respuesta Polar, Red Buffalo o Polock. De entre todos ellos, nos quedamos con un valenciano que reside en Barcelona, y que se caracteriza por cultivar un folk rock sazonado con condimentos muy poco comunes. Se llama Alberto Montero, y sus tres discos son toda una invitación a entrar en un universo creativo que él perfila con acusada singularidad.
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