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Dean Wareham: el arte de caminar solo

En Música jueves, 8 de mayo de 2014

Carlos Pérez de Ziriza

Carlos Pérez de Ziriza

PERFIL

Decía Bob Mould en su biografía (See A Little Light. The Trail of Rage and Melody; Little, Brown & Company, 2011) que, en los 90, todo el mundo quería estar en una banda. Porque lo que todo fan quiere es poder llevar el nombre de su banda favorita ilustrando orgullosamente su camiseta. Por eso decidió montar Sugar en 1992, en lugar de seguir editando discos a su nombre. Y no es el primer músico en afirmarlo: rara vez los proyectos plenamente autónomos han tenido más eco que sus bandas nodriza. Al menos cuando estas han gozado de un pasado venerable.

Para redondear el contexto, en todo caso, valdría la pena decir que los proyectos homónimos suelen conllevar mayores dosis de libertad creativa que los trayectos grupales. Y que suelen desembarazarse de prejuicios e ideas preconcebidas. Seguramente algo de eso haya en el primer álbum de Dean Wareham, la principal mente pensante en la sala de máquinas de Galaxie 500 (1987-1991) y Luna (1991-2005), dos de las bandas referenciales del rock independiente norteamericano de las últimas décadas. Seguramente también armado de las arrobas de valentía que exudaba su propia biografía, aquel Postales Negras (Libros de Ruido, 2012) que se erigía en una de los más descarnados y sinceros confesionarios de la reciente literatura pop, Wareham ha decidido dar continuidad a su obra sin cortar amarras con el pasado, pero sí abriendo el diafragma de su visión del pop para abrazar una línea más clara, en la que el tradicional manto de guitarras de la escuela The Velvet UndergroundTelevision es reconocible pero no tan determinante como en el pasado.

Es por ello que, tras unos años despachando deliciosos duetos junto a su pareja, la bajista Britta Phillips, bajo la marca Dean & Britta (entente que-no obstante-no deja nunca de sacudirse la aureola de proyecto menor en comparación con sus mejores discos), puede considerarse al EP Emancipated Hearts (2013), y, sobre todo, al reciente álbum Dean Wareham (2014), como muestras de una suerte de renacimiento particular. Dos notables trabajos, el último de ellos bajo supervisión de Jim James (My Morning Jacket) que justifican de sobra una gira como la que acomete esta semana por nuestro país. En sus conciertos de Madrid (El Sol), Valencia (Wah Wah) y Barcelona (Apolo 2). el derroche de clase estuvo más que garantizado. Y en este caso, las canciones relevantes también.

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