Aventuras adolescentes, thriller detectivesco, comedia romántica, reflexión humana, toda una delicia.
“Recuerdo que solo fui feliz cuando era pequeña, hasta que mi madre murió”. Es lo que dice el personaje de Darius (Aubrey Plaza) al empezar la película. Pero cuidado, no vamos a adentrarnos en un drama sobre los traumas de la infancia, la cosa no va por ahí… bueno, un poco sí. Aunque lo importante, como indica el título, es que nos encontramos en una zona de “seguridad no garantizada”, así que cualquier cosa es posible y el espectador, de alguna forma, también se encuentra esperando que algo insospechado pueda ocurrir en cualquier momento.
Así juega con las expectativas el debutante Colin Trevorrow, en esta película que ya se ha convertido en una pequeña joya de culto. ¿Es una comedia? ¿Es una fábula nerd? ¿Es una película de ciencia ficción? Pues es todas esas cosas, y seguramente ninguna, porque estamos ante una obra que está regida por sus propios códigos internos, y la forma en la que dosifica cada uno de los géneros que utiliza, es totalmente aleatoria, inesperada y diferente.
Un periodista (Jake Johnson) y sus dos becarios, Darius y Arnau (Karan Sori), viajan a una población para hacerse eco de una posible noticia aparecida en un periódico: “Se busca compañero para viajar en el tiempo. La seguridad no está garantizada”. ¿Se trata de una broma? ¿De un loco que quiere llamar la atención? Allí se encontrarán con Kenneth (Mark Duplass), y Darius será la encargada de introducirse en su mundo e investigar qué de cierto hay en todo esto.
No es casual que los cuatro principales protagonistas sean, de algún modo, unos marginados sociales. Cada uno, a su manera, arrastra algún tipo de complejo, de inseguridad, de extraño miedo a salir de sus caparazones y empezar a vivir experiencias de verdad. Algunos por trastornos emocionales, otros por desconcierto vital, por incapacidad, y en el caso de Darius, por temor a enfrentarse a sí misma.
En definitiva, esta troupe no tiene remedio, y de alguna manera, con ellos terminas riendo a través de su patetismo, pero también por la propia simpleza de sus aspiraciones (en el caso de Kenneth, ambición por una quimera a la que nunca se le llega a dar crédito), aunque es muy fácil quererlos porque en el fondo están muy desprotegidos y totalmente desubicados en el tiempo que les ha tocado vivir, y la idea de ese viaje en el tiempo al pasado, les ofrece la posibilidad de algún modo, de enmendar desde el presente las cosas que no han sido capaces de remediar a lo largo de los años.
Así, “Seguridad no garantizada”, nos ofrece un cóctel de lo más estimulante de aventuras adolescentes, thriller detectivesco, comedia romántica, reflexión humana y un inesperado y sorprendente giro final de ciencia ficción y fantástico. Una auténtica delicia, liviana y llena de encanto que invita a salir de la zona de protección y arriesgarse a vivir.
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