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Big Star, la derrota más bella

En Música domingo, 26 de julio de 2020

Sergio Ariza

Sergio Ariza

PERFIL

Érase una vez una banda llamada Big Star, que tituló a su primer disco #1 Record y logró sacar tres discos maravillosos, ninguno de los cuáles llegó al número uno, ni siquiera al Top 200, sino que apenas vendieron cientos de copias de ellos. Pero como pasa en las leyendas, su influencia posterior sería enorme, convirtiéndose en una de las mayores bandas de culto de todos los tiempos. Aun así, nunca el nombre de una banda tomó un carácter tan irónico como en el caso de los de Alex Chilton y Chris Bell.

Si esto fuera una película, y no un artículo, empezaría de la siguiente forma: una fiesta en una piscina en 1966, varios adolescentes bien de Memphis se reúnen para el cumpleaños de uno de ellos, una banda toca una versión de los Beatles, pongamos que la banda se llama Jinx, Chris Bell está encima del escenario cantando, mientras un joven Alex Chilton está entre el público. Tras un gesto del primero, el segundo se sube al escenario para unirse a Bell cantando en un mismo micro, como si fueran Lennon y McCartney. Sus voces empastan bien, hay magia.

Big Star

La historia debería continuar con Alex alcanzando la fama en 1967, con solo 16 años, con los Box Tops, cuyo “The Letter” (una canción gigantesca) se convertiría en número 1 en septiembre de 1967 (no podría haber sido en otro mes).

Con diferentes cambios de formación y algunos éxitos más como “Neon Rainbow”, “Cry Like a Baby” o “Soul Deep”, Chilton seguiría prestando su privilegiada garganta a los Box Tops hasta 1969, año en el que vuelve a Memphis y comienza a pensar en su carrera en solitario.

Primero comienza a tocar en garitos folk del Greenwich Village neoyorquino, básicamente tocando canciones acústicas. Pero, a la vez, ha mejorado enormemente como guitarrista, tomando como ejemplo a leyendas locales como Steve Cropper, y ha comenzado a componer cada vez mejor.

En Memphis, vuelve a juntarse con Bell, quien, mientras Chilton alcanzaba el estrellato, había seguido tocando en varias bandas y había conseguido un puesto como ingeniero en los estudios Ardent de Memphis. Allí fue mejorando como músico y técnico y para 1969 estaba grabando canciones como Rock City junto a Jody Stephens en la batería, en 1970 cambiarían su nombre a Icewater.

Es increíble escuchar ahora las cintas de esas canciones, que no consiguieron que ningún sello editara, porque básicamente estamos hablando de Big Star sin Chilton, canciones como “Feel”, “My Life Is Right” o “Try Again”, que aparecerán en el primer disco de Big Star, ya están aquí en arreglos casi idénticos a los que sonarán en #1 Record.

El caso es que Chilton quedó entusiasmado con el material de Bell y quiso que este le acompañara a Nueva York en 1971 para probar en formato acústico, tipo Simon & Garfunkel. Pero Bell quería seguir haciendo la música que más le motivaba, siempre con influencias muy británicas, en particular la de los grupos de la primera ola de la Invasión Británica, como Beatles, Kinks o Who.

Al final, fue Chilton el que decidió quedarse y adaptar sus múltiples influencias al proyecto de Bell. Para ese momento, la formación ya incluía al bajista Andy Hummel. Un día Chilton apareció por el estudio, sacó su Martin acústica de doce cuerdas y tocó “Watch The Sunrise”. Todos estaban de acuerdo, el tipo derrochaba talento y tampoco estaba mal que hubiera sido una estrella, eso les podría abrir algunas puertas. Pocos días después salieron del estudio y enfrente había una tienda que se llamaba Big Star, medio en broma, medio en serio, decidieron que ese sería su nombre.

La fama de Chilton les garantizó un contrato con Arden y en poco tiempo, en noviembre de 1971, comenzaron a grabar #1 Record. La grabación ya dejó bien clara la indisimulada rivalidad entre sus dos principales miembros, Bell era el mago del estudio y fue el que impuso el sonido de la banda, pero Chilton fue el que puso las mejores canciones, cada día había amistosos piques.

Lo curioso del caso es que se suele hablar de la pareja principal en términos de que Bell era el que favorecía la faceta más tranquila, mientras que Chilton era el que aportaba la parte más roquera. Pero si vemos la primera cara de este increíble disco nos encontramos con que Chilton entrega las conmovedoras “Thirteen” y “Ballad Of El Goodo”, dos de las mejores canciones de su carrera.

La primera adelanta la carrera de Elliott Smith y la segunda, la de Teenage Fanclub; mientras que Bell es el encargado de desatar la tormenta con “Feel”, una de las pocas canciones en las que meten unos vientos totalmente de Memphis, y “Don’t Lie To Me”, donde se puede escuchar que más allá de su amor por las melodías de la Invasión Británica, tampoco le hacía ascos a Led Zeppelin.

Luego estaba “In The Street”, una verdadera colaboración, aunque principalmente era una canción de Chilton, Bell fue el encargado de la voz principal. Tiempo después el ex Box Tops diría que, junto a “When My Baby’s Beside Me” —la canción que abría de manera sobresaliente la segunda cara—, era la mejor canción que había escrito. Puede que sea la canción de Big Star que más posibilidades tengas de haber oído, al convertirse en la sintonía de la serie Aquellos maravillosos 70, en versión de unos discípulos suyos, Cheap Trick.

Cuando el disco salió por fin, en agosto del 72, las críticas fueron buenísimas, pero se centraban en su miembro más conocido, Alex Chilton, algo que irritaba sobremanera a Bell. Eso sí, ni la mitad que el hecho de que #1 Record fuera casi imposible de encontrar en una tienda de discos.

Él había hecho su trabajo a la perfección, había entregado una maravilla que no podía sonar mejor y contaba con seis o siete canciones que podían (debían) haber sido un éxito y, sin embargo, cuando un chaval leía las maravillas que decían de ellos en la Rolling Stone iba a la tienda de discos y no lo encontraba.

Ardent descubrió que era un problema de distribución de Stax, el disco no se había enviado a las tiendas. Las pocas copias que se vendieron fueron algunas que tenía Ardent para la promoción entre la prensa. Era normal que, cuando por fin salieron de gira, como deseaba Chilton, sus conciertos se encontrasen con auditorios semivacíos…

A finales de 1972, Bell decidió tirar la toalla y abandonar Big Star, para ese momento la banda ya había comenzado a preparar el segundo disco y tenían varias canciones compuestas para el mismo, muchas de ellas con aportaciones de Bell. Al final hubo un acuerdo en el que se repartieron las canciones y eliminaron las contribuciones del otro, Bell se quedó con “I Got Kinda Lost” y “There Was A Light”, mientras que la banda con “O My Soul” o “Back Of A Car”, una de las perlas de Radio City, de la que Hummel dijo que Bell era el compositor principal.

Lo que es evidente es que las canciones eran parte del repertorio de la banda, como se puede ver en el concierto de enero de 1973 que dieron en el Lafayette’s Music Room, con el grupo reducido a trío, y un repertorio con las canciones mencionadas anteriormente y una variada selección de versiones que dicen mucho de los gustos de Chilton, Todd Rundgren, T. Rex, los Kinks o los Flying Burrito Brothers de Gram Parsons.

La actuación terminaría viendo la luz con el paso del tiempo y nos permite comprobar como debió sonar el concierto más mítico que dio Big Star en su breve vida, el de mayo de 1973 en la convención de críticos rock que se celebró en Memphis. Allí estaban, entre otros, Lester Bangs, Lenny Kaye, Richard Meltzer o un adolescente Cameron Crowe. El sueño de cualquier banda, promoción gratis a cargo de los grandes popes de la crítica. Estos estaban borrachos y gorroneaban la comida gratis, pero tuvieron la suficiente claridad para ver que estaban ante una banda enorme.

Las fabulosas críticas les hicieron continuar, ese verano Chilton comenzó a beber más y a utilizar las mismas pastillas y medicamentos que habían llevado a Bell a un intento de suicidio al poco de dejar la banda, algo en lo que también tuvo que ver el fracaso de #1 Record y su homosexualidad reprimida.

Cuando este abandonó la banda Chilton llegó a decir Chris se ha vuelto loco y no entiendo qué está pasando. Se está comportando de forma extraña. En un año, esa misma frase se la podría aplicar personalmente. Pero, por el momento, estaba lleno de creatividad, además de alcohol y drogas.

En 1973 entraría de madrugada a los estudios Ardent para grabar con el batería Richard Rosebrough y el bajista Danny Jones, junto a los que se denominaba como los Dolby Fuckers. Las canciones resultantes son muy interesantes, “Mod Lang” era pura chulería Stone, podría haber aparecido sin problemas en el Exile On Main Street, “She’s A Mover” era otra perla power pop, mientras que “What’s Going Ahn” podría verse como un anticipo del depresivo Sister Lovers.

A principios de septiembre de 1973 se produjo un encuentro importantísimo en esta historia, Karen Chatham y Lesa Aldridge conocieron a Alex Chilton. Las dos se sintieron atraídas por él, pero cuando cruzaron unas palabras, éste, que estaba con otra chica, fue grosero con Karen. Más tarde ella lloraba desconsolada en casa del primo de Lesa, un joven de 30 años al que llamaban Bill, Lesa trataba de consolarla y la cosa no habría pasado a más sino fuera porque Bill era el reconocido fotógrafo William Eggleston y decidió sacar uno de sus retratos más pictóricos.

Acostumbradas a la cámara del primo Bill, las dos chicas siguen a lo suyo, Eggleston logra captar la tristeza de Karen y la resplandeciente belleza de Lesa, resaltando como si fuera Ofelia en un cuadro prerrafaelista. La fotografía ha aparecido en multitud de museos y revistas, bajo el título Untittled 1973/4, pero debería llamarse Chicas de septiembre (September Gurls). Era evidente que no habían pasado desapercibidas por Chilton, puede que incluso fueran las chicas de septiembre de las que habla su mejor canción.

Big Star

Karen Chatham, a la izquierda, y Lesa Aldridge, el día que conocieron a Alex Chilton. Foto: William Eggleston.

Al día siguiente de la fotografía, Lesa partiría para comenzar el curso en la prestigiosa universidad Sarah Lawrence de Nueva York pero su amiga Karen se quedaría en Memphis y lograría que Chilton saliera con ella. El 21 de septiembre el cantante la llevó a ver el mítico concierto de los New York Dolls, con Iggy y los Stooges de teloneros, que terminaría en disturbios cuando la policía comenzara a pegar a una parte del público y David Johansen, el cantante de los Dolls, saliera en su defensa, terminando la noche en comisaría.

Big Star iban a comenzar a grabar su segundo disco, el maravilloso Radio City, y Chilton había alcanzado la perfección de su arte. Puede que sea el disco que menos literatura tenga, ya no está Chris Bell y no es el legendario y maldito final. Aun así, es mi disco favorito de la banda, uno de los álbumes más perfectos jamás hechos con guitarras, bajo y batería.

En las sesiones se reintentó grabar las canciones de los Dolby Fuckers, pero no consiguieron el sentimiento que Chilton buscaba y, al final, aparecieron las versiones primigenias, sin la participación de Stephens y Hummel.

Por cierto, este es el disco que ve el florecimiento de este último como compositor más que aceptable, entregando su mejor canción con la banda, “Way Out West”, y colaborando con Chilton en las notables “Life Is White” o “Daisy Glaze”. Aun así, Chilton es el protagonista absoluto, como prueba el hecho de que aquí aparece su canción más legendaria, “September Gurls”.

La perfección hecha canción, el sonido tintineante de los primeros Byrds, de la Rickenbacker de doce cuerdas, alcanzando nuevas cotas. No se puede hacer una canción pop mejor, se puede igualar, pero no hacer mejor.

Sin embargo, Chilton casi lo consigue con “You Get What You Deserve”, otra joya con otra melodía irresistible, en la que no sobra una sola nota. Por si fuera poco el disco se cerraba con “I’m In Love With A Girl”, una desarmante canción de amor, tan simple y sencilla que no puede sonar más honesta. Sería ingenuo pensar que iba dirigida a Lesa Aldridge, a la que apenas conocía cuando se grabó, pero si vemos lo que sucedió a continuación no se puede pensar en otra persona al escucharla.

Dos meses antes de la aparición del disco, en febrero de 1974, Lesa volvió a Memphis para pasar las vacaciones navideñas. Tras quedar un día con Karen y Alex, quedó claro que no era en Karen en quien estaba pensando cuando la compuso.

Un día después, Chilton decidió invitarla para dar una clase de baile. En su primera cita bailaron vals durante una hora, fue el inicio de un cuento de hadas que derivaría en pesadilla. Aldridge no pensó en ningún momento en que estuviera traicionando a su amiga, sino que el destino se estaba cumpliendo.

El extravagante Chilton, un fanático de la astrología, no lo tenía tan claro, al poco de comenzar a salir le dijo que sus signos del zodiaco no podían llevarse peor y que su signo astrológico la caracterizaba como una zorra lujuriosa. Hummel vio los primeros indicios de que algo no iba bien, la pasión con la que se amaban, y se peleaban, no podía ser sana. Los chicos de diciembre lo tienen mal….

El disco salió con una brillante foto de portada, obra de Eggleston, pero la historia se volvió a repetir, grandes críticas y nulas ventas, siendo casi imposible conseguir una copia física del disco en las tiendas. El pragmático Hummel decidió abandonar la banda por sus estudios, nunca se arrepintió, era evidente que Big Star era un barco a la deriva.

Por su parte, Jody Stephens comenzó a salir con la hermana pequeña de Lesa, Holliday. Sister Lovers estaba comenzando a dar sus primeros pasos. Una tarde Lesa se quedó dormida y Chilton le compuso “Nightime”, And when I set my eyes on you, You look like a kitty. And when you’re in the moon, Oh you look so pretty. Caught a glance in your eyes, And fell through the skies.

Nadie tenía muy claro si Big Star seguía funcionando o no, pero Chilton y Stephens seguían tocando como tal. Encontraron un nuevo bajista, John Lightman, y para poder enseñarle las canciones, Chilton tuvo que prestarle dos copias familiares de #1 Record y Radio City, era imposible encontrarlos en las tiendas.

Con esta formación dieron uno de los pocos conciertos grabados de la banda en sus días de gloria. Se trata del sueño húmedo de la fanaticada power pop (solo hubieran faltado los Flamin’ Groovies), Big Star abriendo para sus almas gemelas británicas, Badfinger. Las dos bandas fundamentales en los orígenes del power pop (aunque las dos eran mucho más que eso) y dos de los grupos con peor suerte de la historia.

Es difícil hablar de la banda con peor suerte, porque, posiblemente, todavía no es conocida o no llegó a grabar nada, o cualquier cosa parecida, pero estas dos bandas podrían haber hecho suya la frase de Albert King, Si no hubiera sido por la mala suerte, no hubiera tenido suerte alguna.

Evidentemente, la mala suerte volvió a aparecer y la noche antes del concierto, un 31 de marzo de 1974, a los Big Star les robaron todo el equipo. Tuvieron que pedir prestado amplis e instrumentos y, aun así, consiguieron dar una buena actuación, la única vez en la que se pudo escuchar “September Gurls” y “No Matter What” —las penúltimas canciones de sus respectivos repertorios—, interpretadas por sus autores originales.

Big Star

En julio de 1974 apareció, por fin, “September Gurls” como sencillo, pero ya era tarde, el disco estaba condenado y la banda también, el consumo de alcohol y pastillas por parte de Chilton se había disparado y su relación con Lesa se había convertido en un infierno.

Ella seguía siendo totalmente extrovertida, la alegría de la fiesta, mientras que él, cada vez más resentido con todo y todos, se iba volviendo más inseguro y celoso. Chilton había encontrado a su musa, al amor de su vida, pero la encontró en un momento en el que todo virará hacia su faceta más autodestructiva, su relación será tóxica, llena de violencia, rupturas y reencuentros, quedando inmortalizada en un disco maldito y de culto.

La banda sonora de su romance fue el Berlin de Lou Reed, todo un presagio de que no iba a haber final feliz. Para su 19 cumpleaños, Chilton le regaló Crimen y Castigo de Dostoievski. En cierta manera, Chilton estaba emulando el comportamiento autodestructivo de los personajes del autor ruso. Podría haber hecho suya la frase del protagonista de El Jugador: Si pudiera dominarme durante una hora, sería capaz de cambiar mi destino.

Y es que la vida de Alex Chilton la podría haber escrito Dostoievski, él también aceptaba indiferente el fracaso como destino, nada se podía hacer contra la mala suerte sino dejarse llevar por ella. Su dolor será su fuente de inspiración y Third/Sister Lovers el resultado.

El disco se comenzó a grabar en el otoño de 1974 con otra leyenda local en la silla de productor, Jim Dickinson, y la sombra de su relación con Lesa y el fracaso de su banda en cada corte. Según se iban sucediendo las sesiones con Chilton y Dickinson como principales protagonistas, el cantante se metía a altas horas de la madrugada con Lesa y la hacía cantar en varias canciones, luego tenían una pelea y Chilton demandaba a Dickinson que la borrara de las canciones.

Hasta la letra de la preciosa “Nightime”, la canción que le había escrito expresamente, tuvo un añadido posterior en el que Chilton decía Get me out of here, I hate it here. Al final, la aportación de Lesa quedará reducida a los coros en francés de la magistral versión del “Femme Fatale” de la Velvet, una canción en la que participará otra leyenda de Memphis, el guitarrista Steve Cropper.

Las dos canciones definitivas del sentimiento del disco serían las devastadoras “Kangaroo” y “Holocaust”, pero cuando en esta última Chilton dice lo de Eres una cara desperdiciada, eres una mentira de ojos tristes, eres un holocausto uno no tiene claro si se está refiriendo a Lesa o a sí mismo. Tiendo a decantarme por lo segundo.

En una de las sesiones, Aldridge apareció por la cabina de control con los dos ojos morados, aquello era una derrota en toda regla. “Big Black Car” sonaba como el disco de otra banda en pleno proceso de disolución, aunque por otros motivos, y es que esta canción no sonaría fuera de lugar en el Yankee Hotel Foxtrot de Wilco, publicado 27 años después.

Su fama como disco de culto es demasiado grande, pero Third/Sister Lovers se defiende por sí mismo, los que piensan que esto es solo depresión dopada de calmantes no han escuchado canciones como “Thank You Friends” o “Kizza Me”, algunas de las canciones más potentes y tarareables de la carrera de Chilton, y eso por no hablar de maravillas acústicas con sección de cuerdas como “Take Care”, “Blue Moon”, “Stroke It Noel” o la mencionada “Nightime”, algunos de los temas más bellos de su carrera.

Aun así, es evidente que el sentimiento principal es el de la pesadilla más hermosa que nunca hayas tenido. Hasta “Thank You Friends” se puede ver de una manera sarcástica, con Chilton agradeciéndole a todo el mundo por hacer “probable” todo aquello.

Por su parte, Bell había retomado su carrera musical, tras un viaje con su hermano por Francia e Inglaterra. En el país galo había grabado varias de sus canciones definitivas, “I Am The Cosmos” y “You And Your Sister” incluidas. Cuando volvió a Memphis tenía pensado una reunión de Big Star, pero el estado de Chilton le convenció de que no era la mejor idea. Lo curioso es que no se encontraban tan lejos uno de otro, baste escuchar la doliente voz de “I Am The Cosmos” para saber que tampoco lo estaba pasando bien. Al final, le pidió a Chilton que pusiera la armonía vocal en “You And Your Sister”, una canción que se podría ver como su respuesta al “Thirteen” de Chilton.

Si Radio City hubiera mejorado con “I Got Kinda Lost” o “There Was A Light”, ¿se imaginan Third/Sister Lovers con “I Am The Cosmos”, “Though I Know She Lies” o “You And Your Sister”? Aunque creo que es un disco demasiado personal como para meter otras canciones. En cierta manera Third/Sister Lovers está más cerca de ser un disco en solitario que una obra de Big Star, a pesar de la notable “For You” de Stephens.

Muchos años después, vería la luz I Am The Cosmos, una magnífica recopilación del trabajo en solitario de Chris Bell, pero no es un disco en sí, sino la promesa de un disco que nunca se hizo, una verdadera pena, porque es evidente escuchando las seis o siete canciones magistrales que contiene que Bell también tenía dentro un Third/Sister Lovers.

Epílogo

A partir de que el punk y la Nueva Ola volvieron a traer de vuelta las canciones de guitarras de tres minutos, se produjo una revisión de la carrera de Big Star, de repente el NME les ensalzaba como una de las bandas más importantes de la década y todo el mundo quería saber para ellos. Al final en 1978 se editó Third/Sister Lovers, se reeditaron los dos primeros discos, que ahora se vendían juntos, y hasta se publicó un sencillo de Chris Bell con “I Am the Cosmos/You And Your Sister”.

Pero ni siquiera este renovado interés acabó del todo con su mala suerte, para ese entonces Chilton ya había movido página y tenía poco interés en revivir sus días en Big Star, su comportamiento autodestructivo no terminaría y acabaría haciendo cosas tan dispares como fregar platos en Nueva Orleans o producir a los Cramps.

Quien sin duda hubiera disfrutado de este revival hubiera sido Chris Bell, pero sus problemas mentales nunca terminaron y murió tras chocar su coche con un poste, al salir de los estudios Ardent de Memphis el 27 de diciembre de 1978. Con un historial de depresión como el suyo, el suicidio siempre fue una posibilidad, claro que teniendo en cuenta la historia de Big Star, bien pudo haber sido la mala suerte.

En la nota que publicó el periódico local al día siguiente se le describía como el hijo de un restaurador local. Bell no pudo ver como Big Star era aclamada en los 80 por una nueva generación de bandas con R.E.M. y los Replacements a la cabeza, ni como en los 90 se convertían en la banda de culto por excelencia, llevando a que Chilton y Stephens dieran nuevos conciertos junto a dos miembros de los Posies.

Realmente ya poco importaba, su legado sigue siendo uno de los pocos totalmente irreprochables de la historia del rock, tres discos sobresalientes, tres historias diferentes. Al final, como llegó a declarar Alex Chilton, puede que se editen solo un centenar de copias de un disco pero, al final, encontrará su camino a las cien personas en el mundo que más lo quieren. Todo lo que se necesita después es el boca a boca.

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