Os propongo que reconozcáis vuestros espacios en cuanto habitantes que transitan con una mirada lo más desprejuiciada posible. ¡Reivindiquemos al habitante nómada olvidado pero aún presente en las ciudades contemporáneas! Con esta sugerencia en mente, salí a pasear por París con mi mirada como única herramienta y con mi cámara de fotos como testigo y memoria. París, la patria del flâneur, “la ciudad de los pasajes” que fascinara a Louis Aragon o a Walter Benjamin. Y como flâneur me enfrenté a ella, sin mayor objetivo que experimentar la ciudad a mi alrededor. Me dispuse a pasear intentando aprender “el arte de extraviarse” del que nos hablara el filósofo y escritor alemán, sin un objetivo aparente más allá del recorrido en sí mismo.
Se trataba, por tanto, de conectar con el carácter efímero y cambiante de la ciudad, sacando a la luz el potencial del viajero y/o arquitecto en cuanto nómada de la propia ciudad con una mirada lo más desprejuiciada posible. Lo importante del recorrido no era el camino elegido, sino la experiencia fruto del propio movimiento, de lo que se nos presenta en cada calle, de aquello que encontramos al doblar cada esquina.
Lo realmente interesante del proyecto es la secuencia, no las imágenes estáticas y mudas. La arquitectura se presenta de esta manera como construcción simbólica del espacio, como productora y desencadenante de paisajes dinámicos y cambiantes. Os propongo que hagáis vuestros recorridos a través de las ciudades que améis reivindicándolas, pensándolas como forma estética con un enorme potencial creativo, que no tengáis miedo al contacto con lo “maravilloso cotidiano” y en consecuencia con el propio espacio de la ciudad.
¡Reivindiquemos al habitante nómada! Si hablamos en términos de paisaje, tal y como veíamos en el anterior post, hablamos de sentimientos, de emociones, de sensaciones. Recorrer este fragmento de ciudad es recuperar e inventar un nuevo paisaje en movimiento, a la búsqueda del conocimiento a través del caminar como acción poética, creando un sistema de relaciones cambiante y dinámico, potenciador de encuentros fortuitos y casuales, encuentros que nos permiten descubrir y valorar las potencialidades de cada acontecimiento urbano que sale a nuestro encuentro.
El paseo por París que quiero compartir con vosotr@s aquí, se sitúa a medio camino entre el recorrido hecho por un viajero romántico que se busca a sí mismo en la ciudad contemporánea y un arquitecto que, en palabras del artista italiano Stalker “busca un sentido que surja de la experiencia de lo real y sus contradicciones” al espacio urbano que le rodea, intentando con ello construir imaginativas realidades urbanas.
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