Vida bohemia y de excesos… ese es el cliché bajo el que se cobijaron los llamados “poetas malditos”. Baudelaire fue uno de ellos, pero en el camino se convirtió en el poeta de mayor relieve del simbolismo francés.
Muchas veces (casi siempre) ocurre que las vidas más salvajes y dislocadas responden a una serie de motivaciones provenientes de los tiempos de la infancia y la pre-adolescencia. Charles Baudelaire nunca soportó a su padrastro y culpó a su madre Caroline de desatenderle en aquellos años. Además, la rígida disciplina y el puritanismo más exacerbado en casa y en el Collège Royal de Lyon le llevaron a ser un rebelde con causa. Luego, de nuevo a París y expulsado por resisitirse a la disciplina de la que siempre pretendía zafarse. Recala en la Facultad de Derecho, pero lo que realmente le llena es acercarse al Barrio Latino y departir con todos esos jóvenes apasionados de la literatura (Nerval, Balzac, Prarond…).
Su vida empieza a ser del todo salvaje a medida que los desencuentros con su familia son mayores: se vuelve adicto a las drogas, frecuenta un prostíbulo en el que suele hacerse acompañar por una judía calva y bizca llamada Sarah, a quien dedicará más tarde un poema en su seminal obra Las flores del mal. El ambiente bohemio de París hace que el citado padrastro quiera alejarle de esos círculos y es enviado a Burdeos para que embarque rumbo a los Mares del Sur, acompañado de comerciantes y oficiales militares. El viaje ni lo termina, y regresa a su país, vuelve a llevar su vida desordenada y frecuenta esos ambientes artísticos que tanto parecía que le reconfortaban.
Su labor de crítico artístico y musical (diríamos que el pionero en esta última parcela) le hizo cosechar una popularidad inusitada y una vitola de prescriptor incorruptible. Lo siguiente fue la envidia y el escándalo. Los poemas de Las flores del mal fueron vistos como ofensas a la moral pública y las buenas costumbres, pero nadie pudo evitar su reedición con textos inéditos. Con esta obra dio paso a la Modernidad y exploró la belleza de lo “no bello”.
De ahí se fue a Bélgica, donde fue ignorado y contrajo la sífilis. Fue asistido en sus últimos días por su madre y paradójicamente es acompañado en el nicho de sepultura por su padrastro. El reconocimiento, como suele pasar en estos casos, viene años después siendo considerado sin atisbo de dudas el padre de la poesía poderna. Es ahí donde nace la manida concepción de poeta maldito, rechazado por la sociedad burguesa y opuesto a las ideas de ésta.
La caótica existencia de Baudelaire bien podría servir de know how de muchas de las #vidassalvajes que aquí recopilamos. Una mujer mulata, que jamás le correspondió, fue su musa. Quizás por ello, brotó la poesía de de ese tormento que vivía, en el fondo, en busca de la aceptación, aunque proclamase que le importaba un rábano la opinión ajena. ¿Os suena?
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