Sobre la alfombra roja es tan fácil acertar como patinar estrepitosamente. Que se lo digan a Karra Elejalde (en la imagen de cabecera de este post). Lo más granado del séptimo arte patrio se dejó caer por los Goya y lució sus mejores galas para la ídem.
La elección de Álex García vuelve a ser de lo más estimulante. Atentos a todo lo que ocurre -y en la buena dirección- en su conjunto: esmoquin sin solapas, cinturón anudado por encima y chaqueta/capa de terciopelo. Puede que las proporciones del cuello y de la pajarita sean erróneas pero no consiguen estropear un look de 10.
Marc Clotet confía en Miquel Suay por segundos Goyas consecutivos. En esta ocasión, el outfit tiene un cierto aire vintage: pajarita XL en burdeos, americana con un sutil brocado… Una opción muy acertada, sobre todo, teniendo en cuenta el peinado y la barba del actor.
The Stoat, como en el caso de Álex García, firman el esmoquin rosa de Eduardo Casanova. Me encanta la pajarita, simplemente fruncida en vez de anudada. Le da un aire de vanguardia al look. Ojalá más hombres se atrevieran a lucir el más bonito de los colores -sí, el rosa- sobre la alfombra roja.
Ahora que se reestrena La Bella y la Bestia con actores de carne y hueso, Paz Vega hace méritos para interpretar al plumero/sirvienta de la historia.
Será de Lorenzo Caprile, pero el diseño naranja de Emma Suárez se parece demasiado al atuendo del mítico Pedro Picapiedra.
Cristina Rodríguez apostó por un el look absoluto: largo y corto, liso y con pedrería, con color y metalizado, ceñido y con volumen. Quien arriesga no siempre gana pero, al menos, acapara flashes.
El vestido-pantalón de Toni Acosta es fantástico, pero habría mejorado con un maquillaje más natural, una fabulosa melena rizada y unos complementos más acertados. Su elegante atrevimiento merece un aplauso.
María León optó por un Juanjo Oliva deshilachado al que le habría venido mejor una elección de calzado algo más sobria y un recogido bien pegado al cráneo.
Don Jesús habría estado muy orgulloso de ver a su musa con este escultórico Delpozo. Ana Belén se llevó el Goya de honor y el ídem de ser la mejor vestida de la noche.
Volvieron las oscuras golondrinas -un motivo que desde que Miu Miu lo reivindicara no se ha marchado de las pasarelas, de la alfombras ni de los percheros de los grandes almacenes- a colgar sus nidos en el escote de Leticia Dolera. Medalla de plata para ella.
Bárbara Lennie lució un Gucci indescriptible: un poco tribal, un poco glam. La apuesta tiene tantos aciertos evidentes como aparentes errores, pero milagrosamente funciona: es imposible apartar la mirada del vestido y, sobre todo, de la propia actriz, que lo luce como si hubiera nacido ya ataviada con él.
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