Ni paz ni amor ni patrañas: lo que de verdad quiero en Navidad es que me hagáis estos regalos.
¿Esperabais el típico artículo con recomendaciones sobre qué regalarle a la suegra, al abuelo, a la tía Herminia o al primo Ildefonso? ¡Ja! Aprovecho la oportunidad que me brinda el Hype para llenar este bazar con sugerencias que si a alguien harían feliz es a mí. Corred el riesgo de tomar mi selección como guía de compra, pero no tiréis el tíquet: os lo exigirán los receptores de cada uno de estos presentes.
Ya tengo tres… pero ninguno es gris. Si no os convenzo para que vayáis donde Amancio a comprarme este poncho, juro que iré a por él en rebajas, cuando lo ponen a precio de bufanda y no duele tanto el desembolso.
Me da igual su fragancia: el único motivo por el que deberíais regalarme la nueva colonia para hombre ‘del Berjka’ (así se pronuncia, ¿no?) es porque su embalaje plagia la portada de uno de los discos de la década. Esta eau de toilette se caracteriza, dice la marca, por su “aroma urbano” y sus “toques amaderados y de musgo”, o sea que debe de oler a contaminación y humedad… No importa, cada vez que me eche unas gotitas encima resonará en mi cabeza el hipnótico Islands de the XX.
Esta marca británica, tuktuk, me la encontré por casualidad en la típica “tienda-hipster-del-centro-histórico-que-igual-te-vende-ropa-como-una-maceta” (que, por cierto, es lo que llevan haciendo los hipermercados desde hace décadas pero sin molar tanto). La que yo me compré estaba rebajada pero como vosotros sois solventes, os animo a que por una libras de nada me enviéis a mi domicilio este modelo -del que ando enamorado- y que responde al nombre de Rufford.
Todo moderno que se precie no solo agradece sino que exige un vinilo como regalo por Navidad o, al menos, que le paguen una temporadita de Premium en Spotify para dejar de escuchar el anuncio del “Bailando” de Enrique Iglesias cada vez que reproduce su lista de preferidas de 2014. “Midland“, el sencillo de lanzamiento de Working Out, es una de esas canciones que atrapan, que merecen ser bailadas a cámara lenta y con lágrimas en los ojos en mitad de una atestada pista de baile iluminada solo por luz estroboscópica. Si su sonido pudiera dibujarse, sería una espiral envolvente y eterna. Su letra habla de merecer cosas buenas después de mucho esfuerzo. Ojalá.
Aquí hago trampa, ya me lo han regalado, pero no me importaría tener este libro por duplicado: “Fast love” de Alfonso Casas habla del amor en los tiempos de Instagram y de cuanta comunicación sentimental mediatizada por un smartphone exista: relaciones virtuales, efímeros encuentros físicos, egos alimentados a golpe de like, pretendientes que se esconden tras entregados followers… Casas apunta y dispara su rotulador al justo centro de nuestro barbudo corazoncito hipster. Cómpralo, aquí.
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