Llámalo fular, carré, echarpe o pashmina. El pañuelo se ha instaurado como complemento indispensable en el armario masculino prácticamente en cualquier temporada, pero hay que saber llevarlo.
De vez en cuando, por encima de modas efímeras y discutiblemente favorecedoras, una tendencia se instala en nuestros roperos y lo hace para quedarse. Hasta 2007, solo los dandies, los aristócratas y los perroflautas habían adornado sus cuellos con pañuelos, como si estas prendas temieran conquistar otras coordenadas de la anatomía masculina desde donde descolgarse al vacío. La bufanda era lo único que muchos se consentían hasta que los fashionistas empezaron a lucir palestinas, no como protesta política sino como mero adorno vacío de otro significado que no fuera el estético. No soy amigo de que la moda instrumentalice la iconografía ideológica, pero entiendo que el pañuelo de Arafat suponía para ellos una bella adaptación de la clásica pata de gallo bicolor.
Sea como fuere, las secciones de complementos de donde Amancio -y si allí lo venden, no os equivoquéis, está consolidado su uso- están bien nutridas de pañuelos, fulares, cuellos, carrés y hasta ponchos. Pero, ¿cómo llevarlos? He aquí unas pistas, ilustradas con imágenes pergeñadas por un servidor -armado con una selección de sus propios pañuelos, una percha y una camisa blanca-, que me han quedado niqueladas.
Los pañuelos cortos o pañoletas tienen el peligro de hacerte parecer un “junior” de la parroquia de la esquina o un bebé con babero. En el primer caso (izquierda), plegadlos -¡jamás los enrolléis!- con dos de las puntas opuestas hacia adentro, se verá el estampado y no el reborde de color del pañuelo. El nudo hacedlo corredizo y las puntas ahuecadlas para que no queden rígidas ni simétricas. En el segundo (dcha.), ocultad los extremos dentro del cuello de la camisa y abullonad el pañuelo.
Tus carrés, aunque no sean de Hermès, serán cuadrados y resbaladizos, así que la pauta para lucirlos es asegurar bien el nudo y dejarlos fluir sobre los hombros o alrededor del cuello a modo de pseudocorbata. Son elegantes pero como mejor funcionan es combinados con cuadros u otros estampados de mayor tamaño o como toque ‘dapper’ a looks cargaditos de denim.
Los fulares NO se llevan anudados, deben envolver con fluidez tu garganta sin oprimirla y colgar en punta, nunca rectos -el truco es cogerlos de un extremo y pasarlos por detrás del cuello hasta el pecho, coger el otro y repetir el paso pero por delante-. Las llamadas ‘bragas’ o ‘cuellos’ requieren maña para ser llevados: juega con los volúmenes, oculta la costura y no permitas que otros elementos como las solapas compitan con ellos.
Los maxipañuelos elígelos en tejidos ligeros y tampoco los anudes. No los pliegues como si fueran cartulina si los llevas sobre los hombros cual tenor y atento a las proporciones entre los extremos colganderos y la vuelta alrededor del cuello: el resultado debe ser armonioso. Si tiene flecos, potencia el rollo étnico combinándolo con lanas gruesas o tweeds.
Mis amados ponchos -como el de la cabecera del artículo- quedan genial con botas y total looks en denim. Opta por motivos geométricos grandes y permítete el placer de llevarlo con abrigos o camisas a cuadros más pequeños: it’s not a mess, it’s a success! Luce tu poncho echado sobre los hombros y deja que el viento lo mueva con garbo. ¡¿Qué más da pasar frío cuando estás así de guapo!?
Nadie ha publicado ningún comentario aún. ¡Se tú la primera persona!