Donde ya no se recuerda: se admira uno de lo que otros saben y se termina. Conclusiones tímidas sobre el psicoanálisis en Valencia evitando la impostura al caminar, la deposición canina, la acera con grasa de Ruzafa, la comida picante, bajar al tópico, los excesos de Jung, “te la clava” y la polémica.
9. Menos la saga Iglesias todo tiene un final o calle vosté...
Los historiadores del futuro socialmente polarizado o desigual atestiguarán, es de esperar, la esquilmadora presencia, sí, de los Iglesias en esta tierra de traca, Papa, taronja y provisión. Dijimos algo sobre eso (y sobre el ello) el otro día. Es probable que de la misma forma que al viejo amor no termina de borrarlo el nuevo amor, a un Iglesias siga otro Iglesias o se superpongan los dos. Nosotros no. Somos festivamente finitos y nos cortamos de cantar. A quien se ha estudiado a sí mismo, aunque sea por encima, le cabrá un día celebrar sus fracturas, en el mejor de los casos sus limitaciones.
Esto debe terminar.
Para culminar satisfechos hemos acudido a la psicoanalista valenciana. Hemos acudido, a mayor satisfacción, a las psiconalistas, cuatro a la vez, para sonsacarles de qué hablamos cuando hablamos… Bajo la imagen del antiguo filme del nuevo Steve MacQueen quedará, a merced de la inclemencia de los bytes y el viento sin aire de la red, la palabra profunda que dijeron.
10. Parle vosté
«El psicoanálisis es una experiencia que comienza en el encuentro con un psicoanalista, a veces un poco antes, con una lectura, con algo que se escuchó y conmovió, e hizo vibrar algo de lo más íntimo y desconocido a la vez. Es una experiencia de la palabra y de los silencios, también de la letra; que permite aislar lo incurable y dar la oportunidad para que emerja lo nuevo, lo inédito; de ahí su afinidad con el arte.»
Concha Lechón. Psicoanalista. Docente del Instituto del Campo Freudiano.
11. De lo que no se puede hablar…
12. … o siga parlando vosté
«Si la voluntad me falla, que Freud me ayude: Diviértase, piense, elija, relájese… neo-imperativos tan beneficiosos como inalcanzables, porque no es de fuerza de voluntad de lo que se trata. Frente al mandato del goce, del aquí y ahora y a la supuesta lógica de la normalidad algo en el ser hablante se resiste. Allí el sujeto se encuentra frente a un malestar, a la imposibilidad de hacer cesar la repetición, a lo más ignorado del propio goce. Es en ese espacio que el psicoanálisis apuesta a un encuentro singular, a hacer aparecer un sinsentido que permita escribir la invención responsable de quién elije restar padecimiento e intentar saber hacer con aquella versión a la vez íntima y desconocida de sí con la que se encontrará.» Carolina Martini (psicoanalista).
Mar Martí ha respondido también con mediterránea amabilidad a nuestra pregunta, para ella «el psicoanálisis fue un invento de Freud en el siglo XIX, re-leído por Lacan en el XX y que continúa teniendo la misma vigencia en el siglo XXI. Un discurso poliédrico que va más allá de un saber. Una proliferación de teorÍa más allá de una doxa y un saber que permita ser acumulado. Es una concepción de la subjetividad humana pero que va más allá de la filosofía porque también toca el cuerpo, sus síntomas y su organicidad. Es una técnica terapéutica pero que va más allá de una manera de hacer psicológica estandarizada.
Es el ámbito de trabajo de los psicoanalistas pero que va más allá de una técnica y de una cosificación profesional. El psicoanálisis se basa en la constitución inconsciente de cualquier manifestación humana. Permite la deconstrucción de la personalidad a partir de las desidentificaciones que han ido constituyendo al sujeto humano. Estimula para una rectificación subjetiva sin desculpabilizar a las personas reorientando hacia nuevos planteamientos éticos. El psicoanálisis trabaja con un reencuentro del deseo real, da estatuto a lo reprimido en las personas, a lo sexual, a lo siniestro, a lo rechazado por la psicología y por la psiquiatría actual.
El psicoanálisis es denostado actualmente porque desaloja al yo de una posición de saber y de poder del psicoanalista. Porque sitúa los procesos inconscientes en el centro de las intervenciones terapéuticas, arrinconando al medicamento y los intereses económicos que este mediatiza en las corporaciones profesionales y en los sistemas de salud.
«Quiero ser dependiente de la calle Colón» cantaba como desahogo punk Roberto El Gato, hoy en Los Vicentes, inteligente resistencia rock en esta tierra de compras y Corte Inglés. Precisamente para Freud el éxito del sistema capitalista radica en la presentación del consumo como objeto de deseo, en el extraordinario acierto de una apropiación insaciable, quizás por ello, para Rosa Durá, lúcida y aguda psicoanalista, «en una sociedad consumista como la actual, que produce objetos sin cesar con los que los sujetos se satisfacen cada vez más en solitario (televisión, gadgets, etc.), y en donde subyace la exigencia de lo Mismo para todos, es decir, un sistema tendente a la igualación de los sujetos, el psicoanálisis tiene mucho que aportar por tratarse de una práctica subjetiva que se ajusta a la singularidad del caso por caso –sin juzgar ni sancionar al sujeto–, ayudándole a encontrar aquello que lo hace único.»
Acabamos. Sí, el análisis de Durá no juzga ni sanciona. No está mal. El continuo afán de ejemplarizar tan grato a la actual disciplina social higiénico-deportiva tiene lo peor que puede albergar un vicio: ser un vicio edificante. En fin, hemos dejado hablar a quien sabía. Los únicos tenemos un lugar por donde pasar o a donde ir, o, dicho de otra forma, como Morrissey: la Tierra es el planeta más solitario de todos.
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