En donde se habla del ser, de True Detective y de la nada. Va y se alude, como de pasada, a una hermosa película del siglo XXI y se acaba recomendando una lista con los mejores grupos dreampop, género, el dreampop, ligero, atmosférico, ensoñador y como lindante, de nuevo, con la nada.
No sólo los nuevos centros comerciales (centros demenciales como dice Ignacio con razón), su cuenta corriente, el futuro laboral de tantos jóvenes o la programación televisiva, también la existencia humana está íntimamente ligada, atraída, inclinada hacia la nada.
La nada.
Corresponde al atormentado, delgaducho y con diretes de Cioran, detective Rustin Cohle de True detective, al guionista de Sálvame y a los filósofos más complejos del siglo XX haberse interrogado fructíferamente por la nada. “¿Por qué hay ente en su totalidad y no más bien la nada?” se pone pensativo Heidegger mientras, atrapando en sus cilios el aroma del café, separa afectadamente el visillo y no es la nada, sino la lluvia lo que advierte en el cristal.
Tiempo después, nadeado por la nada, la obra fundamental de su discípulo menos hermoso, Jean Paul Sartre, El ser y la nada (1944), sostenía que el ingreso de la nada al mundo se debe precisamente… a la existencia humana.
A quienes nos gusta El Hype nos gustan más las cosas, la vida y la lasaña que la nada. Es decir, preferimos leer a Vila-Matas, un cacho de pan con jamoncito, un cuadro de Auerbach o escuchar a ese gran pianista de jazz que fue Bill Evans y no que se nos revele, de improviso, el anímico temple del aburrimiento y la angustia con la que suele aparecerse la nada entre nosotros.
La nada.
Oh, si fuera esa nada o…¡oh, si fuera sólo esa nada!
Pero no es esa nada. No es la nada que llena la pantalla de melancolía en Melancolía, la película más hermosa de Lars von Trier y una de las mejores del siglo, no es esa nada la que avanza, no es el silencio, cuya serena administración, como saben bien los músicos y los modestos, permite la música y conversar.
Hay otra nada que avanza salvajemente hacia nosotros, habita, por ejemplo, en las cadenas de mayor audiencia, en el diario deportivo, en el programa de este o ese partido político mayoritario, en la décima edición de aquel reality, en esos centros demenciales donde, parafraseando a Holly Golightly en Desayuno con diamantes, no sólo nada malo, es que nada, nada, nada, nada en absoluto puede suceder.
A veces creo que hay un tipo de notas melancólicas, ligeras, minimalistas y por tanto afines a la nada cuya escucha sosegada, al regreso de algún paseo por la nada, permite discernir de qué tipo es una y de que está hecha la otra.
Si tuviéramos que recomendar los más hermosos grupos dreampop (género ligero, atmosférico y lindante con la nada) serían estos: Cocteau Twins, Beach House, Mazzy Star, Sigur Ros, Grouper, Craft Spells, The Radio Dept, Daughter, Wild Nothing.
¿Wild Nothing? ¿nada salvaje? ¿de nuevo andándonos con la nada?
La nada.
Ay, qué razón tenía el bueno de Faulkner al escribir que entre la pena y la nada, se elegiría la pena. “Señora, ¿qué elegiría usted entre la pena y la nada?” “¿Qué elegiría usted entre la pena y la nada, caballero?” Podían haberse espetado al conocerse tantas parejas que aún dicen sin sonrojo que se aman.
Hermosos: Gemini (2010) y Nocturne (2012) LPs del grupo dreampop Wild Nothing
Malditos: nuevos centros demenciales
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