El divorcio de Angelina Jolie y Brad Pitt promete seguir provocando durante semanas eso que antes llamábamos “correr ríos de tinta” y que hoy hemos cambiado por “convertirse en trending topic“. Las teorías disparatadas sobre el por qué de sus diferencias irreconciliables van a continuar surgiendo, porque el chismorreo nos gusta a los humanos desde mucho antes de que pudiéramos aliñarlo con hashtags y emoticonos y subirlo a una red social.
Por eso, me permito desarrollar mi propia versión de los hechos; Porque, aunque se les considerase referente en muchos campos, Brad y Angelina siempre fueron una pareja muy mal avenida sobre la alfombra roja. Y ya se sabe que dos no se descombinan si uno no quiere… A los hechos me remito:
2007: el esmoquin a él le va grande; ella reivindica el moño italiano, el chal y el gris mate. Lo que mal empieza (aunque sea en unos Globos de Oro), mal acaba.
Dos años después, ya con retoño en proceso de elaboración, ella decide disfrazarse Montserrat Caballé para pisar la alfombra roja… y él se deja perilla.
En el Festival de Cannes de 2009, Angelina consideró que el raso marrón era una sabia elección. Brad, en cambio, decidió emular a Jack Nicholson: la querencia de Pitt por las gafas con cristales ahumados raya en el paroxismo.
En los Oscar de 2012, Jolie y su pierna decidieron eclipsar a su marido y a cuanto individuo se cruzara por su camino. Los fotógrafos pidieron expresamente a Brad que se retirara del plano, para poder captar la ensayada pose de Angelina… ¡Hay cosas que no se perdonan!
En 2014, metiendo el dedo en la llaga, ella hace eso que solo las “buenas amigas” se consienten: ir vestidas igual a un evento. Brad se lo puso fácil, peinado por el peluquero de Simeone y Miley Cyrus. La mirada de Angelina es reveladora: ella sabe a quién le queda mejor el tuxedo…
Para el estreno de Maleficent, Jolie echó mano de unos descartes del vestuario de la película y Pitt optó por un pseudoesmoquin de textura peculiar y botines -sí, botines- a conjunto. ¿En serio? Uno en chándal y la otra en albornoz habrían quedado mejor.
Hace unos meses, la pareja se presentó de esta guisa en unos premios en Beverly Hills. Brad, con un look prestado de Pete Doherty, y un cromatismo más alegre que la redacción de la letra pequeña de una hipoteca. Angelina, en cambio, con uno de los lugares comunes más aburridos de la moda femenina: el típico look de fondo de armario de la perfecta working girl -traje chaqueta con salones y carterita brillantosa- que cualquier bloguera recomendaría en su bitácora.
En realidad, se divorcian porque no se atienen, como el común de los mortales, como uno de cada dos matrimonios, ¿pero a que mola mi teoría? El amor dura entre dos… ¡Hasta que la descombinación los separe!
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