La apertura al público del taller de Andreu Alfaro es también una puerta abierta al goce de su obra, un privilegio al alcance de todos los interesados.
Conocer de primera mano los talleres de los artistas permite descubrir los procesos y técnicas que constituyen la base de su trabajo e investigaciones. Sin embargo no proliferan las ocasiones de cruzar ese umbral físico y mental que nos conducirá a un mundo de sensaciones y aventuras del que regresaremos reforzados en nuestros gustos o indignados por la experiencia vivida, porque puede confirmar nuestras peores expectativas.
Esta incursión en el backstage de la producción artística explica multitud de detalles y conceptos y es muy recomendable para consolidar o corregir determinados prejuicios o intuiciones. En los últimos años hemos asistido, provocado en parte por la anemia del mercado del arte, que empuja a un trato más cercano sin costes añadidos, a un despliegue inaudito de jornadas de puertas abiertas de estos gabinetes de curiosidades que ofrecen la oportunidad de este contacto revelador y exigente a partes iguales. En el ámbito internacional algunos de estos lugares se han convertido en cita obligatoria en nuestros periplos turístico-culturales (Monet en Giverny, Brancusi en París, Kiefer en Baljac).
En las últimas semanas se ha presentado al público interesado la apertura del taller de Andreu Alfaro con un grupo de esculturas y dibujos de este artista que nos dejó hace un año y medio, después de una cruel enfermedad. Su papel en la renovación artística de nuestro país le ha otorgado un lugar privilegiado en todos los manuales, aunque queda mucho camino por recorrer para que sus creaciones espaciales y sus propuestas de intervenciones públicas reciban la atención y el reconocimiento que se merecen. Hay que agradecer a sus hijos el esfuerzo y la generosidad que han mostrado para compartir este espacio de creatividad y reflexión, diseñado con gran respeto y complicidad por el arquitecto Emilio Giménez.
En un polígono de Godella (Valencia), de fácil acceso y distante escasamente cinco minutos de la parada de metro más próxima, aparece esta isla de vitalidad, fuerza, orden, espiritualidad, fina ironía, compromiso y energía y tensión constructivas, valores que definen sin descartar otras posibles lecturas, la vida de un artista que dejó en su obra el testimonio más sincero y profundo de su experiencia humana. No dudéis en acercaros y disfrutar de este paseo por el arte del Alfaro más rotundo y sutil.
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