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72 Mostra de cine de Venecia #1 Sokurov y Hopper por encima de todos

En Cine y Series sábado, 5 de septiembre de 2015

Gian Giacomo Stiffoni

Gian Giacomo Stiffoni

PERFIL

Tras cuatro días de Mostra solo las películas de Alexandr Sokurov y Tom Hopper convencen del todo, por creatividad y estilo, entre la calidad de las películas presentadas hasta ahora.

Tras dos ediciones del Festival inauguradas con interesantes películas, acompañadas por el éxito en taquilla y en los Oscar, como Gravity (2013) y Birdman (2014), la Mostra de Venecia de este año ha intentado abrir otra vez con una superproducción estadounidense de seguro éxito, gracias a la presencia de actores famosos y un escenario espectacular. Lamentablemente, esta vez la elección no estuvo a la altura de los años pasados.

Everest, del director islandés Baltasar Kormákur, presentada fuera de concurso, no ha convencido ni al público ni a la crítica, pese a tener todas las características argumentales para ser una obra impactante: los hechos del 10 de mayo de 1996, cuando el Everest parecía “las Naciones Unidas” del alpinismo, por la cantidad de expediciones que intentaron subir a la cima guiadas por el neozelandés Rob Hall. El exceso originó un dramático overbooking que tuvo como consecuencia la pérdida de muchas vidas, incluida la del mismo Hall.

Pese a las buenas premisas, la película se desarrolla con demasiada previsibilidad, sin que los acontecimientos trágicos lleguen a impactar de forma convincente. El guion alcanza además niveles excesivos de conmoción insertando momentos patéticos que resultan la mayoría de las veces postizos, dentro de un desarrollo basado sobre un estilo narrativo casi de documental. Solamente los espectaculares planos en 3D del monte Everest, y la fuerza visual con que se presenta el poderío de la tormenta en la parte final de la película, merecen la visión del largometraje, que resulta anodino pese a la presencia de actores de renombre como Jake Gyllenhaal, Sam Worthington, Josh Brolin, Jason Clarke o Emily Watson.

Una escena de Everest

Una escena de Everest

Mejor fue sin duda la primera obra presentada en el certamen, Beasts of No Nation producida por la cadena de televisión en streaming Netflix. Escrita y dirigida por Cary Fukunaga, el director de Sin Nombre (2009), Jane Eyre (2011) y de la primera temporada de la serie True Detective (2014), la película se basa en la novela del mismo título del sociólogo y psicólogo Iweala Uzodinma, especialista en la rehabilitación de los niños soldados africanos.

La obra narra la trágica historia del pequeño Agu (espléndidamente interpretado por el joven Abraham Attah) que, después de la destrucción de su aldea en Nigeria, termina por ser alistado por unos mercenarios guiados por un brutal comandante (un excelente Idris Elba) que ha formado un pequeño ejercito de niños. Empujado por el hambre, la violencia, obligado a matar sin piedad y asistir a atrocidades de todo tipo, Agu cuenta su historia en off a lo largo del metraje dándose cuenta de que su niñez ha terminado para siempre y es más adulto que muchos adultos, así como que la ausencia de Dios es patente en cada momento de la existencia.

Fukunaga cuenta este descenso hacia el abismo del alma con gran talento visual, y con un ritmo y unas imágenes que permiten entrar plenamente en el horror que atañe la vida del niño frente a una naturaleza impasible y a una humanidad que parece haber perdido casi todo rastro de piedad. El estilo del director, sin embargo, a veces se complace excesivamente en la violencia y llega a hacerse redundante, con la excepción de los últimos minutos del metraje, gracias al plano fijo de la cara de Abraham Attah, capaz de expresar de forma soberbia la toma de conciencia de Agu por todo el horror que ha vivido.

Abraham Attah e Idris Elba en un momento de "Beasts of no Nation"

Abraham Attah e Idris Elba en un momento de “Beasts of no Nation”

Tonos muchos más livianos tiene Looking for Grace de la directora australiana Sue Brook. Dentro del marco visual, que alterna una Australia mostrada en sus grandes espacios naturales y en sus hogares limpios y asépticos pertenecientes a clase media, el largometraje tiene como mejor baza su desarrollo narrativo, sin duda no del todo original pero efectivo, ya que no sigue el avance lineal del la historia prefiriendo mostrar los acontecimientos de forma cada vez diferente según la perspectiva de cada uno de los personajes principales.

Amor, dolor, secretos, mentiras, drama e ironía atraviesan el imprevisible viaje de Dan y Denise (Radha Mitchell) en busca de su hija Grace (una adolescente en crisis, interpretada por la actriz y modelo Odessa Young) acompañados por Norris, excéntrico detective retirado. El estilo ligero, y a veces casi de comedia, deja espacio al drama de los personajes principales que, por un motivo u otro (lamentablemente no demasiado analizados por la directora), parecen haber perdido la capacidad de comunicar y estar a la búsqueda de un “estado de gracia” probablemente inalcanzable. El film consigue ser sólo poco más que agradable y los cien minutos del metraje pasan bastante rápido, gracias a un buen equilibrio entre relato existencial, comedia y drama que nunca llega a ser didascálico o redundante.

Seguramente, una de las películas más esperadas de la Mostra era Francofonia de Alexander Sokurov (ganador en 2011 del León de Oro con Faust). Las expectativas no han sido defraudadas. La obra de Sokurov, como siempre ocurre con el cineasta ruso, es densa, compleja y llena de sugerencias. Por esto necesita concentración y una atenta visión para que las imágenes entren despacio en el espectador y hagan surgir una reflexión y un análisis atento de la ambigüedad y de los problemas del mundo que nos rodea. Esta vez Sokurov vuelve su mirada hacia la colaboración franco-alemana entre Jacques Jaujard y el conde Metternich durante la ocupación nazi de París, con el intento de salvar los tesoros del Museo del Louvre. Una exploración de las relaciones entre arte y poder que se convierte en manos de Sokurov en un análisis metafísico de este, de la política y de la Historia que subyace en la salvación de un patrimonio artístico, que por sí solo representa la cultura europea.

Odessa Young en un momento de "Looking for Grace"

Odessa Young en un momento de “Looking for Grace”

El resultado es asombroso gracias a un prodigioso uso de imágenes de archivo, alternadas con ficción y planos muy impactantes de pinturas, momias y esculturas conservadas en el famoso museo parisino. Un auténtica Elegía para Europa (como sugiere el subtítulo del  largometraje) que reenvía también al presente: A la realidad de un conteniente unido, pero dividido en lo que se refiere a países y culturas y que podría estar al borde de un desastroso naufragio, como sugieren las imágenes de un barco que transporta contenedores enmedio de una tormenta, que aparece constantemente en la película. Sin duda, el film más impactante en estos primeros días del festival.

Marianne y Napoleón en una escena de "Francofonia"

Marianne y Napoleón en una escena de “Francofonia”

Igualmente lograda, y junto Francofonia lo mejor visto en el concurso en los primeros días del festival, ha sidoThe Danish Girl, de Tom Hooper. El director británico consigue contar con gran equilibrio y delicadeza la extraordinaria e inusual historia de amor entre los pintores daneses Einar y Gerda Wegner, durante los años veinte del siglo pasado, caracterizada por la decisión de Einar de cambiar de sexo, al no ser capaz de impedir prevalecer su naturaleza femenina. Con el nombre de Lili Elbe, Einar será pionero del movimiento transgender pese a que no sobreviviera a la operación.

La adaptación de la novela La danesa de David Ebershoff es perfecta, así como el desarrollo del guion desde los primeros impulsos femeninos de la protagonista, sobre todo por la soberbia actuación de Eddie Redmayne, quien después del soberbio trabajo en The Theory of Everything da otra prueba de su capacidad de identificarse con personalidades complejas, trabajado minuciosamente cada gesto y cada expresión del rostro.

Marguerite, primera película francesa en competición, dirigida por Xavier Giannoli no va mucho más allá de un retrato bien hecho y de agradable visión, pero también algo inquietante, de Marguerite Dumont: Excéntrica condesa parisina de los años veinte, enamorada del canto lírico, pero incapaz de darse cuenta de sus desastrosas y desafinadas actuaciones frente al complaciente círculo de la alta sociedad parisina. Lo más interesante, sin duda, es la penetrante interpretación de Catherine Frot y el personaje de autista-fotógrafo Madelbos (Denis Mpunga) que, de forma casi vampírica, observa y retrata con sus fotos la pasión por la ópera de su señora, musa inspiradora de su arte fotográfico.

Catherine Frot en un momento de "Marguerite"

Catherine Frot en un momento de “Marguerite”

Poco hay que decir sobre Equals de Drake Doremus, film insubstancial (pese un estilo cinematográfico eficaz y pertinente) ambientado en un futuro donde las emociones son consideradas una enfermedad y en que dos protagonistas experimentan la dificultad de realizar  una historia de amor contrastada. Lo mismo podríamos decir sobre el debut (siempre en competición) de Piero Messina (asistente de Paolo Sorrentino) con L’attesa. Pese a la siempre eficaz y penetrante actuación de Juliette Binoche, la película, inspirada en una novela de Pirandello (La vita che ti diedi), no consigue describir siempre con eficacia el proceso del luto de una madre y su aceptación, por medio de la negación de los hechos a la novia (la bella Lou de Lâge) del hijo perdido. A la indudable belleza visual no se ajusta un control efectivo del tema por excesos innecesarios.

Johnny Deep en un momento de "Black Mass"

Johnny Deep en un momento de “Black Mass”

Una pocas palabras finalmente sobre las dos películas estadounidenses fuera de concurso y que por los repartos estelares que presentaban han sido, sin duda, el plato fuerte para los medios y el público presente en Venecia. Spotlight de Tom McCarthy con Mark Ruffalo, Michael Keaton y Rachel McAdams sigue la senda de otras películas basadas en investigaciones periodísticas: En este caso, el tema es la pedofilia en el ambiente de las altas jerarquías eclesiásticas de Boston. Un gran ritmo, un buen guion y excelentes intérpretes hacen que la película enganche desde el primer minuto.

Algo que ocurre menos en Black Mass de Scott Cooper, historia verídica –también  situada en Boston– del gánster James Joseph Bugler, llamado Whitey, encarcelado de por vida a causa de 19 homicidios y que el 3 de septiembre pasado cumplió 86 años. La película se erige sobre la soberbia interpretación de Johnny Depp, ya que por lo demás no tiene demasiadas ambiciones ni aporta nada nuevo o insólito, dentro de un guión siempre previsible y desprovisto de momentos originales.

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