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70 Festival de Cannes: #9 Twin Peaks y Ozon

En Cine y Series viernes, 26 de mayo de 2017

Eva Peydró

Eva Peydró

PERFIL

Te volveré a ver dentro de 25 años. Y Laura Palmer cumplió su palabra, presentándose ante el agente Cooper. Enfrentarse a una nueva temporada de Twin Peaks es una experiencia única, porque en su estreno en 1990 rompió todos los códigos, implantó su propio estilo narrativo y su director influyó en la cultura audiovisual de finales de siglo con una huella de la que hoy somos herederos.

¿Nos sigue intrigando la historia? ¿añoramos a los personajes de Twin Peaks? ¿estará todo donde lo dejamos, solo que con unos años más? Por fortuna, no, David Lynch no sigue allí. Por eso sigue siendo un genio, porque los grandes nunca se asientan en el confort, viven siempre en la frontera, dispuestos a saltar y volar con los tiempos, o más exactamente, delante de su época.

Poder ver los dos primeros capítulos de Twin Peaks en una pantalla de cine, en óptimas condiciones de proyección, ha sido ver algo más que una película. La familiaridad del reencuentro con los personajes es una cálida entrada en su universo, para a continuación volvernos a dejar sin aliento, asombrados del propio asombro, por el hecho de entregarnos a la narración como si nunca la hubiéramos conocido antes. En realidad, es así, nos sorprende lo que creíamos estar acostumbrados  a conocer y a aceptar con insensibilidad, y esa es la magia de Lynch, devolvernos la mirada fresca, atónita. Nos convence de que nunca habíamos visto Nueva York de noche hasta que la muestra él.

Kimmy Robertson and Harry Goaz en Twin Peaks.

Kimmy Robertson and Harry Goaz en la tercera temporada de Twin Peaks.

El rompecabezas sigue construyéndose, sin ofrecer ninguna imagen de conjunto, con esa lógica huidiza y reticente, que hemos reconocido los admiradores de la serie The Leftovers (Su creador,  Damon Lindelof fue unos de los primeros espectadores privados de la tercera de TP), cuando tenemos que explicar su argumento.

Por motivos de confidencialidad, los actores de TP no dispusieron de un guion completo, sino únicamente de sus propias réplicas, por lo que aun es más impresionante su interpretación, sobre todo en el caso de Kyle MacLachnan. La atmósfera que crean el fotógrafo Peter Deming y la banda sonora de Angelo Badalamenti nos siguen poniendo los pelos de punta y agudizando el suspense, el clima de terror humano o sobrenatural.

El mumblecore ha llegado a Cannes como un tifón, en medio de la apatía general con que se están recibiendo los títulos de sección oficial -a excepción de un par de películas. Por fin, algo se mueve fuera de los pasos de peatones y echamos a correr con Good Time, de los hermanos Josh y Benny Safdie, que ya visitaron Cannes en la Quincena, en 2009.

El indie de pata negra, alejado del cool de Sundance hace de la necesidad virtud, y plantea un código artístico entroncado con la herencia de John Cassavetes que, en su nueva película, los Safdie mantienen a pesar de contar con una producción potente.

Robert Pattinson ofrece una de las mejores interpretaciones del festival y la poderosa banda sonora de Oneohtrix Point Never, con Iggy Pop recitando en los títulos de crédito, redondean del todo un filme dinámico y sin aliento a más no poder.

L'amant double (François Ozon, 2017)

L’amant double (François Ozon, 2017)

El amante doble es un Ozon por los cuatro costados. La rarezas de la vida, la extrañeza interior, la ausencia de límites entre lo consciente y lo inconsciente, el suspense, lo sobrenatural y las personalidades que traspasan cualquier tipología común, son la especialidad del director francés.

François Ozon explora de nuevo la transferencia de personalidad y los conflictos del dopelgänger, ese  doble fantasmagórico tan cinematográfico. Jérémie Reiner sobresale en su doble papel, con elegancia sin recurrir al truco fácil, colaborando a la confusión cuando es necesario; la protagonista, Marine  Vacht (Chloé) nos mantiene seducidos durante todo el metraje y el cameo de Jacqueline Bisset nos obliga a añorar más su presencia en el cine actual.

Jugando, como es habitual, con un sentido del humor que desdramatiza las situaciones, cuando es oportuno, el director no escatima recursos para desplegar un argumento muy bien cimentado, en un guion impecable.

La primera película de largometraje de las directoras argentinas Cecilia Atán y Valeria Pivato, protagonizada por la enorme Paulina García (Gloria, Sebastián Lelio, 2014) y Claudio Rissi es una maravilla de mini road movie pequeña, fluida, con un argumento sencillo, que respira ternura y amor crepuscular. Una oda a las segundas oportunidades y a creer que lo mejor de la vida se encuentra cuando nos salimos del trayecto planeado.

La novia del desierto (Cecilia Atán y Valeria Pivato, 2017)

La novia del desierto (Cecilia Atán y Valeria Pivato, 2017).

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