De cómo uno se pone a pensar en el psicoanálisis. De lo distintamente amuebladas que están las cabezas de Mr. Ikea y David Lynch. Del empeño en echar luz sobre la sexiforme sombra de Freud en nuestra ciudad.
1. De cómo uno va y se pone a pensar en el psicoanálisis.
Uno va de paseo en un coche feo por Alfafar escuchando Beautiful car de M. Ward, pensando en lo caótica que resulta Twixt, la película de Francis Ford Coppola –aún por estrenar en España– que pudimos ver gracias a Daniel Gascó y al video-club Stromboli.
Uno va de paseo por Alfafar pensando en IKEA, en lo bien amueblada que debe estar la cabeza del señor Ikea, en lo desagradable que resulta la expresión “tal o cual tiene la cabeza bien amueblada”, en lo distinta que hubiera sido la historia de vampiros de Coppola si la hubiera dirigido David Lynch, en David Lynch, en la distribución de los muebles en la cabeza de David Lynch…
Pienso en Lynch, sí, en por qué he comenzado esta entrada en EL HYPE con una canción de los payasos de la tele, en el daño que hicieron a nuestras cabezas, en los “filósofos” de la sospecha, en Marnie la ladrona, en las mujeres desnudas con cabezas de pájaro de Vinz, en Max Ernst y Jan Švankmajer…
… en Max Ernst, sí, y en Jan Švankmajer, en el ciclo que hace unos años dedicó la filmoteca al cineasta checo (Švankmajer: el chamán del inconsciente), en por qué se separarían Zooey Deschanel y M. Ward, en lo estupenda pareja que parecían, en Freud, en Jung, en Lacan, en las películas sobre Freud, en el psicoanálisis, en mi repentino empeño de dedicar tres entradas a echar alguna luz sobre su presencia en nuestra ciudad.
2. De cómo toma forma la idea y su color
Salir de IKEA cuesta pero todo tiene su fin. Cae la noche. Acuden a cenar a casa unos amigos. Rosa D. C. es filóloga investigadora y analista. Le pregunto a bocajarro y enseguida me responde que ella es lacaniana, que Lacan creó la Sociedad Francesa de Psicoanálisis en 1953 y en 1964 fundó su propia escuela, la École Freudienne de Paris (EFP), que se extendió por toda Europa y muchos países de Latinoamérica.
Nos cuenta Rosa que en España se encuentra la Federación de Foros del Campo Lacaniano en España (FFCLE) y la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis (ELP), ambas con sedes en Valencia.
Voy al sofá como quien va a su diván. Recuerdo que otro amigo, el estupendo poeta y editor Sergio Pinto Briones me contó una noche sobre la presencia de la escuela de Wilhelm Reich en nuestra ciudad.
Miro al techo y las paredes que me rodean, la inquietante afinidad de su color con el traje de Tippi Hedren en The birds. Veo, creo ver ya, la peineta de Valencia en el diván, recuerdo mi viejo interés por el psicoanálisis. Aquí hay tema, aquí hay entrada, digo repentinamente enfrascado y meditabundo.
3. Del interés por el psicoanálisis
Primero uno supo del psicoanálisis porque le gustaban los sueños, los espejos y el cine de Hitchcock. También en los 70 (año del cine en nuestro inconsciente) Polanski o Aldrich construyeron tramas donde la inquietud psicológica se imponía como eje de historias que pedían decorados de Ernst, Magritte, Arcimboldo, El Bosco o… Munch.
Freud fue uno de los tres “filósofos de la sospecha”, expresión acuñada por el francés Paul Ricoeur en 1965 para referir tres pensadores que desenmascararon “la falsedad escondida tras los valores ilustrados de racionalidad y pretensión de verdad”. Se trataba de desvelar que algo fundamental de lo que sin rubor llamamos “la realidad” no era tal como siempre nos habían contado.
Luego, al dedicarse uno a la teoría del derecho descubrió un legal philosopher del llamado “realismo jurídico norteamericano” que escribió una obra al influjo de aquellas cosas (Law and the Modern Mind) en la que venía a decir que la decisión judicial (la sentencia) no era producto objetivo resultado de una operación formal sino el fruto de oscuros elementos en la mente del juez que solo saldrían a la luz en un diván. Había que leer a Frank, pero también a Freud y Lacan, para poder enseñar a estudiantes dignos de la vara de becar, de acuerdo con la inteligente pugnacidad de Wert.
Continuará…
Hermosos: gestos de Zooey Deschanel
Malditas: lecturas rancias de Freud, de Nietzsche y de Marx
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