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Pros y contras de llevarte a los niños a un festival

En Lifestyle 2 junio, 2014

Jesús Andrés

Jesús Andrés

PERFIL

El Primavera Sound marca el inicio de la temporada festivalera y a mí me da por reflexionar: ¿debemos ir con los niños a cada una de estas citas musicales? Hallo muchos inconvenientes pero, menos mal, alguna ventaja.

PRO: el niño tendrá un álbum de fotos molón.

Todos tenemos en nuestras casas esa foto famoso-bebé que nuestro padre sacó orgulloso. La mía, ataviado con el equipaje oficial, es con Verdés, mítico portero de la U.D. Alzira. La de vuestro bebé festivalero podría ser de más nivel, claro, aun a riesgo de que lo devore la de los Pixies cuando lo pongáis en sus brazos.

CONTRA: el niño te puede aguar el concierto.

Si las típicas amigas que aprovechan las actuaciones para ponerse al día sobre amoríos, desfases, exámenes o modelitos ya logran ponerte de los nervios, imagina el efecto del llanto desconsolado de un bebé cuando el pobrecito se asuste con los berridos de Queens of the Stone Age.

PRO: suele haber parquin de carritos.

El pavimento de los recintos cada año está más desvencijado, hay más grava que asfalto, las baldosas comienzan a escasear y los baches amenazan al caminante desprevenido. Por fortuna, muchos festivales cuentan con una zona para que dejes el carrito y, en el mejor de los casos, te proveen de una mochila portabebés.

CONTRA: vas cargado con todo lo que el bebé necesita.

(corolario de la ventaja anterior) Con el niño a cuestas, prepárate para cargar, además, con toallitas, pañales, ropita por si tiene frío o se mancha, un biberón, un potito, cremita, un gorrito… Cual mula de Mijas, ¿cómo vas a poder moverte entre las multitudes?

CONTRA: olvídate de las primeras filas y de trasnochar.

Los conciertos masivos, las apreturas, los roces -y el cariño- de los desconocidos son cosas que vas a echar de menos cuando lleves detrás a tu hijo. Lo tuyo serán, pues, las actuaciones en los auditorios o en esos anfiteatros escalonados que hay en algunos festivales. Por supuesto, siempre antes de las nueve de la noche: sólo un irresponsable -y tú no lo eres, ¿verdad?- pasearía con su hijo entre hipsters intoxicados cuando el sol se esconde.

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CONTRA: adiós al bebercio.

¿Eres de los que mete petaca en el recinto, a que sí, bribón? Pues déjala en casa no vaya a ser que la confundas con el biberón y le des al niño el Jäger que con tanto amor habías vertido en su interior. Por otra parte, toca dar ejemplo, así que limítate al agüita fresca.

CONTRA: nadie se fija en tu outfit

…ni por supuesto ningún fotógrafo advenedizo de esos que nutren los blogs de streetstyle te va a parar para hacerte una foto. Con el niño a cuestas, el pitillo se te cae, la camisa se te arruga, la barba se te enmaraña y la mancha de baba arruina el fularcito que con tanto arte te has colocado. Tu única salvación es maquearte a conjunto con el chaval y parecer la versión mini y maxi del mismo mindundi. Acabas en Instagram fijo bajo la etiqueta #hipsterdaddy, ergo, tu sueño hecho realidad.

CONTRA: eres vulnerable a las inclemencias meteorológicas.

Si diluvia durante un concierto, una bolsa de basura a modo de chubasquero o refugiarte en un Polyklyn puede salvarte la vida pero como estés con tu bebé prepárate para unas anginas de campeonato, mucho Dalsy y un par de visitas al pediatra (que te lanzará merecidas miradas de condescendencia). Por tanto, consulta con el hombre del tiempo antes de comprar tu abono. Hay Primaveras que se tornan ‘Prineveras’ en un santiamén.

PRO: le inculcas cultura.

Puede compensar todo lo anterior que, junto a sus primeras palabras, tu retoño pronuncie un estribillo de Los Planetas o balbucee un verso de Nick Cave. Entonces, querido padre hipster, sabrás que todos tus sacrificios festivaleros valieron la pena.

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