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Cultura

Otra ‘Valencia Negra’ es posible

En Con vistas al mal, Cultura 31 mayo, 2018

Ángel Pontones

Ángel Pontones

PERFIL

Festival Valencia Negra, ayer, entre bambalinas:

-Y tú vienes ¿por?

-Acabo de terminar la segunda autobiografía de AR, La vida es un plagio. ¿Tú?

-Me llamo…

-Recuerda la norma 1. Prohibido revelar tu nombre. Si acaso la inicial.

Sorry, sorry, siempre se me olvida. Soy H. Especializado en recetas de cocina de influencers. Ahora me encargo de la saga Yo, tuber, del crío ese que canta a Rocío Jurado en la ducha.

-A mi novia le gustan, dicen que tienen una torpeza muy bien distribuida. Parecen escritos por preescolares.

-Gracias, era el efecto buscado. Me lo explicaron hace años en aquel taller que dio Fake Black en Sevilla, Tú baja el nivel, que siempre habra tiempo para subirlo.

-Un buen consejo. La calidad nos ha traído siempre mala fama a los negros. La clave no es escribir bien sino a quién.

-Mi teoría es que antes no existía una especialización. Cervantes o Lope o Galdós hacían de negros para Quevedo, Moratín o Larra, que a su vez… No había negros a tiempo completo, los top apenas sacaban para vivir y debían pluriemplearse.

-Muy rebuscado, pero me gusta. Deberías ayudarme con un atasco en un thriller policíaco que estoy haciéndole a Maika Benavides.

-¿La chica del tiempo?

Yes.

-Y ¿dónde está el atasco?

-La protagonista debe descubrir por qué van muriendo los protagonistas de su serie favorita, pero no sé cómo integrar al asesino en ella si no es a través de Instagram.

-Dale tiempo… ¿Tu novia trabaja en esto?

-Hace también de negra para ese cocinero que siempre anda mosqueado. Nos conocimos intentando arreglarle monólogos a Cárdenas, pero la veo tan quemada que seguramente acabará por volver al Starbucks. Ven, que te la presento.

-Venid después los dos y os presentaré a R. Es el invitado estrella, lleva años de negro para Philip Roth. Si no fuera por el contrato confidencial, sería tan popular como él.

-¡Que envidia!

-No se la tengas. Piensa en los meses que habrá gastado llamando a puertas y suplicando creación anónima.  Empezó trabajando para negros, que trabajaban para otros negros que, a su vez, trabajaban para Roth, y de ahí fue ascendiendo poco a poco.

-Pensándolo mejor, no sé si me gustaría. Esta gente, como Roth, Brown o Follet deben exigir cosa mala.

-Depende a dónde quiera uno llegar, claro.

-¿Y como habrán conseguido traer aquí a alguien así?

-Bueno, nuestro oficio es muy mercenario, y eso facilita los contactos. Nadie puede asegurar quien será su cliente mañana.

-Oye, ¿y qué ha pasado este año con N? Llevaba 7 de maestro de ceremonias.

-Se filtró que el discurso que leyó la pasada edición era suyo. A la organización le sentó como un tiro.

-Joder, que mal.

-Muy feo. tío.

Los veo marcharse, alegres y anónimos. Aprieto más fuerte, como para protegerla de más despistes, a mi última obra, una distopía sobre una Albufera reconvertida ahora en el río Missisippi, con campos de algodón en lugar de arrozales y Sweet Adeline en lugar de Blasco Ibáñez.  julepes de menta, capataces sádicos, y esclavos negros en busca de emancipación.

Creo que me he equivocado de festival.

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