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Música

Negro, orgulloso y tenaz

En Vidas salvajes, Música 18 diciembre, 2014

Miguel Caamaño

Miguel Caamaño

PERFIL

Con ocasión del reciente estreno de I Feel Good en un residual número de salas de nuestro país, queda claro que James Brown sigue vivo, aunque en España, como suele pasar, no se den por enterados. Controversias aparte, JB es irrepetible, al contrario que los compases de ese infeccioso Funk que se sacó de la capa.

«El Padrino del Soul» tuvo que encarnar y seguir a rajatabla lo que los yankees llaman «sueño americano» para abandonar el inhóspito medio rural en Georgia y convertirse en uno de los artistas más influyentes de la historia de la música. Primero fue limpiabotas, luego boxeador (incluso profesional) imbatido y, tras pasar tiempo en reformatorios donde dejar atrás una infancia sin apenas referentes de conducta, recala en un grupo con el que cantar en la iglesia y así expiar sus pecados. Pero eso no le daba ni para vestir elegante, así que cruzó el río para adaptar y adoptar la música profana…y ahí cambió todo.

Con The Famous Flames primero y con The JB’s después, este cabronazo de pelo estirado puso patas arriba el negocio musical. El capo del sello con el que editaba sus álbums vocales no soportaba ni a él ni a su música, pero el dólar era el idioma que persuadía a todos por aquel entonces. Aunque no nos equivoquemos, no sin un trabajo incansable de por medio: James Brown fue apodado el hombre más trabajador del mundo del espectáculo porque entre grabaciones, actuaciones, promociones y bailes no paraba el tío. Quizás por todo lo que le había costado llegar no pestañeaba a la hora de multar a los músicos cuando se equivocaban o llegaban impuntuales.

Sus hits se cuentan por decenas, pero si hay algo que este hombre cambió fue la estructura de la música, con un ritmo sincopado que hizo llamar Funk y que luego sería la simiente del Rap. Como él mismo decía: Mi música es como una especie de supermercado de sonidos y mucha gente cree que puede llevar los alimentos sin pagar.

De hecho, cuando irrumpió la Disco Music, JB no sabía dónde meterse, lo suyo era el Groove, así que su propuesta fue languideciendo en beneficio de otra música mucho menos elaborada y (sólo un poco) más hedonista. Entonces fue cuando su vida fue transitando por ese querer y no poder artístico y su poder y no querer personal. Fue ingresado en la cárcel por resistencia a la autoridad, se le dio la libertad condicional y no tuvo otra cosa que hacer que atizar a su mujer. La foto de su ficha policial con barba de tres días y el pelo revuelto ya es un claim universal de rebeldía.

Mientras tanto, la maquinaria del Pop sigue rebañando la vaca de los mil sonidos de forma indiscriminada, recordándole con biopics correctos, royalties desiguales y revival de sus músicos, aquellos que tuvieron la ocasión de girar con él, aguantar sus genialidades y seguirle en la medida que pudieron el ritmo. Le perdonamos tantas cosas (incluso salir en Rocky IV antes de que Ivan Drago tumbe a Apollo Creed) porque su música es capaz de levantar y motivar al más arrítmico del planeta Tierra.

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