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La mentira de la vida virtual

En La gran aventura de Pérez, Lifestyle 8 octubre, 2014

Pérez

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PERFIL

En 2014 aún hay gente que no ha entendido nada y sigue diferenciando su vida virtual de su vida real o, lo que viene a ser lo mismo, sus amigos de verdad de sus amigos de… ¿mentira?

Estoy un poco harta de leer post de haters de las redes sociales EN LAS REDES SOCIALES.

Al principio me dan risa, porque pienso «mira a este, ¿no se da cuenta de que si no fuera por Facebook o Twitter nadie le leería?» Pero luego me irrita un poco, porque suelen tener un tonillo así, como de superioridad, como de quien mira por encima del hombro a los pobres pardillos que como están solos en lo que ellos llaman vida real tienen que conformarse con la vida virtual.

Así que, rápidamente, el pensamiento pasa a ser «mira a este imbécil, ¿no se da cuenta de que si no fuera por Facebook y Twitter nadie le leería ni por error porque sólo dice chorradas sin sentido, aprovechándose del tirón de lo que tanto critica? ¿Se puede ser más subnormal?».

Y es que lo de la dicotomía vida real-vida virtual me tiene lóquer, siempre me da que pensar que esas personas no han aprendido nada después de todos estos años. Tengo la sensación de que siguen pensando que las relaciones creadas y mantenidas a través de las redes sociales, de la Internet, son como cuando empezamos a chatear, cuando aún había pesetas, y teníamos conversaciones fugaces con nombres a los que, probablemente, nunca llegaríamos a poner cara y movimiento. Tengo la sensación de que no se dan cuenta de que las cosas han cambiado.

Y entonces me dan un poco de pena.

Porque si consideran que su vida virtual es un aparte, si se limitan a mantener a las personas que conocen sólo en dos dimensiones, si siguen considerando que son amigos de mentira, es muy probable que se pierdan un universo de personas maravillosas a las que de otra manera no hubieran conocido nunca.

Muchos confunden esta defensa de lo que llaman vida virtual con un enfermizo intento de convencer a todo el mundo de que se meta en redes sociales y se ponga a quedar con Cristo, indiscriminadamente, ahí, a lo loco, abandonando a su suerte a sus amigos de toda la vida. Nada más lejos de la realidad, si no quieres participar de la experiencia de relacionarte on line, no lo hagas. Es voluntario.

No es necesario que tengas cuenta en Facebook, Twitter o Instagram, en absoluto. Pero si las tienes y te tomas la molestia de escribir un post, cuyo único sentido (y lo sabes) es que sea leído y compartido cuantas más veces, mejor, acepta que tienes una vida virtual y que el simple hecho de que hayas dedicado parte de tu precioso tiempo a despreciarla resulta un tanto grotesco. Incongruente y grotesco. Porque quizás alguna de las personas con quienes compartes un pedacito de esa vida virtual, que para ti no es real, se sienta despreciada, también.

No pasa nada. Las cosas en la Red se viven de manera diferente, no son reales, ya sabes. Tus amigos de mentira lo sabemos y no nos importa gran cosa lo que digas.

Quizás deberías plantearte que no hay mucha diferencia entre relacionarte con alguien con quien una vez compartiste pupitre por azar o con alguien con quien compartiste una multimención o un chat. Quizás deberías.

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