Los invitados a la gala del MET de este año debían inspirarse en China a la hora de elegir sus atuendos. Semejante consigna dio pie a interpretaciones de lo más variado y descarado.
Es como una fiesta de la Marbella de Gunilla, pero en versión Nueva York, haute couture y con Anna Wintour en vez de la Von Bismarck como anfitriona. La gala anual del MET comparte con aquellas fiestas ochenteras un mismo leitmotiv: hay que ceñirse a un dress code para poder asistir. Este año, China era la inspiración para ataviarse y, visto lo variopinto de varias de las pintas que algunos lucieron, me pregunto: lo de MET… ¿seguro que es por el METropolitan y no por la METanfetamina que muchos parecen haber tomado para plantarse en una gala vestidos así?
Tres fueron las macrotendencias que mi atinado ojo detectó.
#1 FUERA BRAGAS
Una moda que lleva tiempo imponiéndose en los eventos de medio mundo es la de ir sin ropa interior a los sitios. Y yo, que prefiero apuntarme a una tendencia antes que hacerlo a un gimnasio, estoy decidido a ir sin gayumbos hasta octubre. En la gala del MET contabilicé cuatro nuevas «miembras» del club de las bragas ausentes:
Beyoncé, quien pudiendo ir de Gucci prefirió enseñar el chichi.
Miley Cyrus, quien reivindicó pelvis, clavículas y fundas dentales.
J. Lo, con salva slip de lentejuelas.
Y el 80% de Kim Kardashian, o sea, su culo.
#2 CHINA CAÑÍ
La otra gran tendencia entre los presentes fue la de confundir «inspiración china» con «folklore ibérico», lo que dio pie a outfits de marcadas reminiscencias españolas. Fijáos.
Sarah Jessica Parker, vestida de remate del monumento de la Falla de la Plaza del Pilar.
Siguiendo con la temática valenciana, Alexa Chung llevó un traje de fallera vintage desestucturado.
Rihanna, a quien daban ganas de sacar en procesión a hombros y pasarle bebés por el manto al grito de Visca la Mare de Déu.
Solange, con esta versión futurista del tocado de una bellea del foc alicantina.
Chloë Sevigny, a medio camino entre una lagarterana desganada y una reina de la Magdalena castellonense con un halo de nihilismo postmoderno.
Janelle Monae, de cofrade de la Hermandad de la Virgen del Amor de Dior Todopoderoso.
También de nazarena malagueña, Ivanka Trump, y un chico al fondo, que no da crédito.
Y Sienna Miller que acabó la noche cortando dos orejas, dando la vuelta al ruedo y saliendo a hombros por la puerta grande. Y olé.
#3 MENUDOS CUADROS
El resto de invitados acaparó flashes no por su elegancia, sino por ir muy propios a una gala en un museo: hechos un cuadro.
Más que en las flores la lejana China, el vestido de Anna Wintour parecía inspirado en los ramos para cementerio del cercano chino de la esquina.
Anne Hathaway, digno híbrido entre Caperucita y una burbuja de cava catalán.
Montserrat Gaga-llé, que vino directa de representar Madame Butterfly.
Katy Perry, de persiana de barrio marginal / puerta de baño de discoteca de polígono, o sea, llena de pintadas.
Cara Delevigne, que se comió varios Phoskitos para conseguir todas esas calcomanías.
Robert Pattinson y su novia, de vidriera hipster.
Y la icónica Grace Coddington, con el típico atuendo «yo-vengo-de-tirar-la-basura-en-pijama-y-he-pasado-solo-a-saludar-no-me-liéis-que-ya-me-iba».
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