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La Danseuse pide justicia para Loïe Fuller

En Escenas 3 octubre, 2016

Sara Esteller

Sara Esteller

PERFIL

Imaginábamos la vida de Loïe Fuller rica y compleja. Después de seis años de inmersión en la vida y obra de la bailarina alada, la directora Stéphanie Di Guisto estrena La Danseuse, película que se adentra en los titánicos esfuerzos de la artista por ser ella misma y llevar su arte a límites inexplorados.

De Loïe Fuller conocíamos sus vanguardistas puestas en escena, aquellas en las que, elevada más de dos metros del suelo, agitaba sus brazos envueltos en amplias telas. La danza serpentina, como se llamó a su danza única, combinaba el movimiento con efectos nunca vistos gracias al uso de varillas que soportaban las telas para conferir al movimiento de un efecto hipnótico y vigoroso. Acompañada de proyecciones lumínicas coloristas por primera vez llevadas a escena, danza y vanguardia se daban la mano en el París de principios del siglo XX.

Loïe Fuller Dansant dans un parc, Harry C. Ellis.

Loïe Fuller Dansant dans un parc, Harry C. Ellis.

Di Giusto ha querido contarnos la vida de esta mujer, fuerte y menuda – interpretada por la cantante Soko-, desde su Illinois natal (1862), cuando ya su espíritu creativo despuntaba sin casar en el ambiente rural del medio oeste, hasta el éxito fulgurante en la capital de las vanguardias, donde llegó (tras una breve estancia en Londres) para quedarse hasta su muerte en 1924. Para su directora la película habla sobre el arte como vía de escape.

Bailarina de burlesque en una primera etapa, actuó en el Folies Bergère, musa de la Belle Époque, modelo de artistas como Toulouse-Lautrec, amiga de Marie Curie, admirada por Rodin y otros artistas de la época que vieron en ella un magma irrepetible, Fuller se convirtió en pocos años en una leyenda, y con ello, en una de las artistas mejor pagadas de la época.

Pero no hay recompensa sin esfuerzo y en este caso sin dolor. Los artilugios que convertían sus piezas en algo único destrozaron su espalda; lejos de ser un simple juego visual de brazos y telas, su danza comportaba un movimiento total que iba cargando con el peso de palos y dispositivos mecánicos nada ergonómicos.

Sus ojos también sufrieron la experimentación con luces y proyecciones hasta causarle serios problemas de visión que, lejos de hacerla desistir de sus objetivos, le impelían a seguir experimentando con tesón. Cada vez que entraba en escena libraba un combate afirma la directora francesa, quien también ha entrado al trapo en la compleja relación que mantuvo con Isadora Duncan, la bailarina del gesto espontáneo, interpretada por Lily-Rose Depp. Mientras Duncan gustaba de la inspiración natural, del movimiento fluido y la pose sencilla, Fuller peleaba, día tras día, por perfeccionar sus complejas puestas en escena para maravillar al espectador.

Presentación de La Danseuse en Cannes

Presentación de La Danseuse en Cannes

La tesis que muestra Di Giusto es que fue la llegada de Isadora Duncan a París lo que supuso el principio del fin para Fuller ya que le arrebató el estrellato que hasta entonces poseía, introduciendo nuevas maneras de bailar y de enfrentarse a la danza.

Empresaria, inventora, bailarina, directora de escena, una pionera de lo escénico que en numerosas ocasiones negó a su amigo Thomas Edison que la “metiera en una caja” cuando este le proponía grabar su danza. Por eso, una de las tareas más complejas para Di Giusto ha sido recrear la danza serpentina ya que según cuenta las imágenes que circulan por la red son de imitadoras de su época.

https://youtu.be/fIrnFrDXjlk

La Danseuse se presentó en la última edición del festival de Cannes, en la sección Un certain regarde, aquella que presenta óperas primas. El pasado 28 de septiembre se estrenó en Francia y en España su estreno está previsto para el 4 de noviembre.

Las reseñas hasta el momento han sido muy positivas; La Danseuse, es un trabajo inteligente, bien documentado, de factura impecable, un viaje maravilloso para el espectador afirma Bénédicte Prot en el magazine Cineuropa.

Los restos de Duncan y Fuller reposan en sendas tumbas del cementerio parisino Père Lachaise a escasos 100 metros de distancia. Mientras la de la primera se muestra lustrada e impecable ante los visitantes, la segunda, cubierta de vegetación, apenas se ve. La película intenta con justicia poética recuperar la figura de una artista de la que apenas se conoce el nombre de su danza serpentina.

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