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Frosty se pasó de las rayas

En Vidas salvajes, Lifestyle 9 septiembre, 2015

Miguel Caamaño

Miguel Caamaño

PERFIL

¿Que quién es Frosty? Este apodo, que rememora a un nombre de mascota o cereal, se adjudicó a Len Bias, una estrella elegida por los Boston Celtics, a la que no se le ocurrió otra cosa que esnifar esas rayas de las que nunca hay que pasarse.

Lenny era venerado, admirado, multipremiado y no es que no supiese llevarlo, pero quería darse su penúltima fiestuqui antes de entrar en la espartana disciplina de la liga profesional más exigente. Se equivocó, esas dos rayas le hicieron sufrir una arritmia que a la postre sería fatídica. Sus ojos en blanco, las lágrimas de quien sabe que se ha equivocado y todos los esfuerzos médicos para que la gran esperanza negra y número 2 del Draft de 1986 no se marchase antes siquiera de empezar el partido.

El impacto fue tal que, por una vez, republicanos y demócratas se pusieron de acuerdo aprobando un marco legal antidroga con el dudoso honor del nombre de este dos metros callado, frío y reservado. La Universidad de Maryland, como suele ocurrir en estos casos, llevó los varapalos cuando ya era tarde: diversos cargos despedidos, controversia añadida porque Len Bias no tenía el suficiente nivel académico para empezar en la facultad y tres de los compañeros de Frosty metidos en el fregao hasta el cuello.

Los Celtics de Larry Bird y el Jefe Robert Parish acababan de fulminar a los Rockets de las Torres Gemelas en la Final de 1986. Días después, en una maniobra maestra de despachos, el equipo de Massachussets consiguió tener el número 2 de la citada elección de jugadores y apostó por el alero que decían que iba a marcar una época. De hecho, su patrón, Red Auerbach llevaba años siguiendo los pasos de este estiloso jugador y equiparó el impacto de su desaparición a la muerte de Kennedy años atrás.

Con el subidón de jugar en una franquicia legendaria, Len quiso despendolarse y se fue a una fiesta privada, pero no fue suficiente para el incauto muchacho. Volvió a la residencia donde se alojaba y se entregó a las garras de ese polvo blanco que tantas carreras ha defenestrado.  Su corazón iba tan deprisa que colapsó, algo parecido a su vertiginosa carrera como jugador de baloncesto, un deporte en el que había demostrado con creces sus actitudes y aptitudes.

El reverendo Edmond le había llamado Frosty por su carácter callado, tranquilo y humilde, pero aquel día tiró todas esas bondades por el WC.

A su funeral acudieron más de 10.000 personas y la espiral de deseos de justicia salpicó a sus ¿amigos? y marcó para siempre a unos padres volcados desde entonces con las charlas antidroga y también contrarias a la posesión de armas, dado que perdieron a otro de sus hijos años después víctima de esa lacra que en USA son las armas.

En Boston parecían gafados, no sólo pasaron muchos años hasta reconquistar la NBA, sino que también perdieron a Reggie Lewis por temas cardíacos. Éste al menos había aportado su elegancia al equipo. A Lenny no le dio tiempo siquiera a pisar el parqué del mítico Boston Garden.

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