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Fotogramas y música pop: Cinemascore, imbatible

En Música 28 enero, 2016

Carlos Pérez de Ziriza

Carlos Pérez de Ziriza

PERFIL

El Cinemascore de Castellón rebasa la década de vida, del 4 al 7 de febrero, con una edición marcada por bandas como Pere Ubu, I Am Dive, Guilles y Fenster, poniendo música a películas de Narciso Ibáñez Serrador, Herk Harvey o Douglas Trumbull.

Lo recalcábamos ya el año pasado, por estas mismas fechas: iniciativas como el ya crecidito -por aquello de los más de diez años de trayecto- Cinemascore bien valen todo el redoble de tambores posible, pese a lo (inevitablemente) minoritario de su propuesta. Una oferta quizá de escaso eco por lo que respecta al público natural al que se dirige, habida cuenta del carácter experimental que marca el devenir de sus principales protagonistas. Pero partícipe de un formato que- no está de más recalcarlo- cada vez resulta más concurrido: el de aquellos espectáculos en los que una banda de rock pone música en directo a obras cinematográficas singularmente emblemáticas, por un motivo o por otro.

Sin ir más lejos, a menos de una hora de donde se celebra el Cinemascore también se ha celebrado, en la sala Russafa de Valencia, un ciclo de cine mudo musicalizado en directo, en el que bandas como Raisa, MKM o La Muñeca de Sal (estos últimos el viernes 29 de enero, en su última noche) ponen sus pentagramas al servicio de clásicos como Nosferatu, El acorazado Potemkin o Fausto. Se suman con ello a algunos de los empeños que en los últimos tiempos han llevado a cabo Tórtel, Joaquín Pascual, Polar o, ya directamente en el certamen de la Plana, músicos como Andrew Bird, Pascal Comelade, Bonnie «Prince» Billy, Joan Shelley, Pleasant Dreams o Death and Vanilla.

Cinemascore, que afronta la segunda de sus ediciones en el Paranimf de la Universitat Jaume I de Castellón, divide su programación nuevamente en cuatro tardes, capitalizadas por cuatro proyectos que difieren en las formas pero coinciden en su poder de sugestión, cuando se funden con la capacidad de evocación de música e imágenes cuando estas se alían con intención y sentido.

La primera jornada la protagonizan (el jueves 4 de febrero) Fenster, una banda germano-americana cuyo nombre seguramente les suene a chino, pero que encarna como pocas la veta más cinemática y paisajista del sello alemán Morr Music, toda una garantía de calidad. Su último y muy recomendable álbum se llama Emocean (Morr, 2014), y es también el nombre de la película de ciencia ficción que la propia banda ha filmado para acompañar sus composiciones, a medio camino del pop, la psicodelia, el funk con acento hipnagógico y la electrónica downtempo. Todo un órdago el suyo, que debería confirmar el magnetismo que avalan sus deliciosas canciones sobre el escenario. Esta “Memories”, por ejemplo, podría hacer las delicias de cualquier fan de Tame Impala, Ariel Pink o Memory Tapes.

El viernes 5 llega el primer cambio de tercio del festival, ya que el metal extremo de los castellonenses Guilles toma el relevo para poner banda sonora a ¿Quién puede matar a un niño?, la inquietante película que Narciso Ibáñez Serrador dirigió en 1976. Pocos sonidos se antojan tan idóneos para ilustrar ad hoc un clásico del terror hispano como aquel. La suya promete ser una experiencia extrema, desde luego, que no debería espantar ya a nadie en unos tiempos en los que brotan fans de Lemmy Kilmister (Mötorhead) de debajo de las piedras y Venom forman parte de la oferta del Primavera Sound. ¿O sí?

El gran reclamo del Cinemascore de este año llega, no obstante, con una banda cuya visita ya sería de asistencia inexcusable en circunstancias normales, aunque el hecho de que vayan a explicitar sobre el escenario por qué su estupendo último álbum se llamó Carnival of Souls, como la película de Herk Harvey de 1962, constituye un aliciente extra. Ellos son Pere Ubu, toda una institución del art punk germinado a finales de los 70, banda de culto cuyo ascendiente es reconocido por Hüsker Dü, Pixies, Joy Division, Julian Cope y demás nombres esenciales para entender el devenir del rock alternativo de los últimos 40 años. Con que la banda de Cleveland, capitaneada por el peculiarísimo David Thomas, raye a la altura de sus últimos conciertos en nuestro país, hace poco más de un año, cualquiera puede darse ya con un canto en los dientes. ¿Cuántos grupos son capaces hoy en día de dejar menos indiferente? Será el sábado 6.

El cierre llegará el domingo 7 con I Am Dive, dúo sevillano cuya aceptación ha ido creciendo como la espuma en los últimos tiempos, gracias a un puñado de EPs y dos espléndidos álbumes que se han sucedido en progresión ascendente. En ellos hacen gala de su poderío a la hora de destilar una languidez que, filtrando la pesadumbre del slowcore y el shoegaze de los 90 a través de un tamiz de electrónica intimista, cosecha unas considerables cotas de magnetismo, a veces tan evocadoras que ingresan sin dificultades en el ámbito de lo fascinante. La descripción puede sonar abiertamente pomposa, pero cualquiera que le dispense un hueco a álbumes como Wolves (Foehn, 2014) sabrá disculparlo. Era cuestión de tiempo que su música se asociase con los fotogramas, y en su caso es también la ciencia ficción la que auspicia la alianza, ya que el film elegido por ellos es Silent Running (Naves Misteriosas), otro clásico del género, dirigido por Douglas Trumbull en 1972. Un cierre que se presume inmejorable.

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