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Festival de Sitges 2016: #1 De menos a más

En Cine y Series 10 octubre, 2016

Javi Cózar

Javi Cózar

PERFIL

Intenso como siempre el primer fin de semana del 49 Sitges-Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya. Y aunque el arranque del primer día no fue nada prometedor, la verdad es que tanto el sábado como el domingo se ha arreglado bastante bien la cosa y se han podido ver películas muy potentes.

De hecho, el día 1 fue de los peores días 1 que se recuerdan en Sitges. La inauguración con Inside habla por sí sola. ¿Cuáles son los méritos de esta película? ¿Ser el remake de una película que se había pasado anteriormente en el festival? ¿En serio abrir con un remake es una buena idea? Y en todo caso, ¿un remake de A l’interieur?

Pensándolo bien, sobre el papel quizás no es tan mala idea teniendo en cuenta que aquella película era un burdo festival truculento, una excusa sin ninguna clase de rigor para lanzar chorros de sangre a diestro y siniestro. Es decir: un remake no lo tenía demasiado difícil para sobresalir respecto al original. Pero claro: para eso hacía falta un distanciamiento que obligara a replantear todo el esqueleto argumental de la cinta gala.

Y ese no es el caso, lamentablemente. De hecho, Miguel Ángel Vivas no acierta ni una en su aproximación: su versión de A l’interieur supera al referente en cuanto a inconsistencia dramática, con agujeros de guion por los que podría pasar un camión, y decide eliminar casi por completo toda la hemorragia de sangre que la caracterizaba y que, guste o no, era lo que le daba una fuerte personalidad propia. Ni rastro, pues, del Vivas violento y seco de Secuestrados, hasta la fecha su mejor film.

Inside (Miguel Ángel Vivas, 2016)

Sin noticias de Miguel Ángel Vivas en Inside…

La sección oficial a concurso del viernes deparó por la tarde dos auténticas frikadas de muy difícil digestión. The Lure es una inclasificable película a medio camino entre el musical, la fantasía sexual y el terror, que si bien está dotada de buenas intenciones acaba por cansar debido a lo limitado de su propuesta a nivel visual.

Karaoke Crazies es, por su parte, una de esas películas que obligan a cuestionar cual es el concepto del fantástico que tienen Ángel Sala y su equipo del comité de selección. Porque una cosa es tener amplitud de miras y otra muy distinta programar a concurso una cosa como esta cuya adscripción al género, de tenerla, que es algo bastante dudoso, es muy pero que muy cuestionable. Un local con habitaciones donde la gente va a cantar karaoke. Los que viven allí y ayudan a los clientes con las canciones. Y un sentido del humor cafre y ridículo. En fin…

The Lure (Agnieszka Smoczynska, 2015)

The Lure, fantasía de indigesto visionado…

Menos mal que al final del día apareció Nacho Vigalondo para salvarlo. Y es que de “aparición” ha de calificarse su Colossal, ya no por el contexto en el que hacía presencia, que también, sino (y sobre todo) por lo que representa en la filmografía del director cántabro. Y es que por fin se ha decidido a abandonar esa irritante obsesión por el artificio que había lastrado todos sus largos hasta la fecha, tanto Los cronocrímenes como Extraterrestre y sobre todo Open Windows. Todas ellas son películas de factura más que decente pero que acaban ahogándose en su obsesión por resultar formalmente impactantes.

Colossal, por el contrario, se centra en dos aspectos que Vigalondo había ignorado olímpicamente hasta ahora: la interpretación de los actores y la historia. El resultado es una película compacta y con interpretaciones brillantes de Anne Hathaway y Jason Sudeikis, este último en un papel muy arriesgado debido a los dobleces oscuros que presenta, hasta ahora inexistentes en su filmografía.

Una película de progresión dramática que empieza casi como una comedia y se va oscureciendo de manera sorprendentemente natural hasta desembocar casi en una película de terror, una pequeña joya a descubrir.

Colossal (Nacho Vigalondo, 2016)

Anne Hathaway, a lo loco en Colossal

Como decía, el resto del fin de semana sí que ha dado mejores películas. Para empezar, Hell or High Water, áspero thriller que viene impregnado de una fina crítica social en relación a la crisis económica mundial y el papel de los bancos: los protagonistas son dos hermanos de la América profunda que atracan diversas sucursales del banco que les quiere expropiar la casa.

La interpretación de Chris Pine y Ben Foster (los dos hermanos) es muy aceptable, pero, y esto estaba cantado que sería así, quien se lleva todas las miradas es Jeff Bridges, que en el crepúsculo de su carrera parece empeñado en demostrar que se puede alcanzar la excelencia interpretativa masticando una pelota de goma cada vez que hay que recitar diálogos. Por si el tipo no fuera suficientemente bueno, le han tocado las líneas de guion más socarronas y con más mala hostia, las que convierten definitivamente a Hell or High Water en una experiencia sobresaliente.

The Girl with All the Gifts es, por su parte, una ambiciosa propuesta que afronta el género zombi desde una perspectiva si bien no del todo novedosa (hablar de novedad en un género tan trillado como este es complicado), por lo menos fresca: el protagonismo es para unos niños que llevan el virus zombi en su interior y con los que una siniestra científica con los rasgos de Glenn Close experimenta para sintetizar la vacuna que salve al mundo.

The Girl With All The Gifts (Colm McCarthy, 2016)

The Girl With All The Gifts

Aunque de presupuesto más que holgado, su mirada desesperanzada no es la que quizás cabría esperar de un producto de alto standing como este. Su desenlace lúgubre no deja lugar a dudas en este sentido: el verdadero monstruo lo llevamos en nuestro interior.

La espectacular Train to Busan funciona muy bien como complemento para The Girl with All the Gifts: menos filosofía y más acción. La aproximación al género zombi de esta película coreana es mucho más clásica, casi un refrito de Guerra Mundial Z, pero encierra algunas imágenes verdaderamente demenciales (todos y cada uno de los violentos ataques de los zombis) que quedan grabadas en la retina mucho tiempo después de salir de la sala.

Lástima que al final se le vaya la mano con el sentimentalismo y con la tragedia, algo que acaba lastrando lo que hasta entonces había sido una experiencia vibrante.

Pero si la sección oficial a concurso de este fin de semana nos ha dado dos (gratas) sorpresas, sin duda han sido Safe Neighborhood y The Autopsy of Jane Doe.

La primera de ellas es de esas que juega a contar una historia más o menos familiar para luego pervertirla hasta dejarla irreconocible. La víctima en esta ocasión es el esquema argumental de Solo en casa, con dos chavales y su niñera atrapados en una casa que está siendo asaltada por unos misteriosos personajes, todo ello explicado sin renunciar a una ironía bastante divertida.

La habilidad de llevar este planteamiento a un terreno mucho más oscuro, pero sin abandonar el sentido del humor, es una proeza de que hace de Safe Neighborhood una experiencia inolvidable.

Safe Neighborhood (Chris Peckover, 2016)

No todo es lo que parece en Safe Neighborhood…

The Autopsy of Jane Doe genera por su parte una pregunta primordial: ¿no se podía haber inaugurado Sitges 2016 con esto? Ya no es que la comparación con una mediocridad como Inside sea del todo irrelevante, es que lo que aporta al fantástico The Autopsy of Jane Doe es una magia eléctrica de la que la película de Vivas carece por completo.

Película de pocos personajes y prácticamente de un solo escenario, su visión genera tal estado de ansiedad y de asfixia en el espectador que incluso se agradece cuando empieza a desfilar el rollo de créditos finales. Sustos baratos los hay, trampas de guion alguna también, pero ¡ey!, es una película empaquetada con clase, narrada con un indisimulado afán por asustar, y organizada en un crescendo diabólico que acaba poniendo los pelos de punta. Para entendernos: James Wan seguro que está orgulloso de ella.

La autopsia de Jane Doe (André Øvredal, 2016)

«The Autopsy of Jane Doe» da mucho miedito…

Si todas las películas a concurso fueran como Safe Neighborhood y The Autopsy of Jane Doe no habría jurado en el mundo capaz de decidir a cuál premiar.

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