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Escrito en el pecho

En Lifestyle 15 diciembre, 2014

Jesús Andrés

Jesús Andrés

PERFIL

Sobre nuestras camisetas hemos llevado logos, números, símbolos, ciudades, sintagmas inconexos y ahora hasta pseudodeclaraciones de intenciones que solo consiguen una cosa: retratarnos.

Hace ya unos años, circuló por la red una imagen que imaginaba el proceso de diseño de las camisetas con mensaje, una tendencia que se resiste a abandonarnos. La recupero de mi carpeta de Imágenes que voy guardando sin ton ni son mientras procrastino, porque no ha perdido vigencia:

Para los no angloparlantes, la última viñeta dice algo así como ¿Pero qué coñ* pone aquí?

Para los no angloparlantes, la última viñeta dice algo así como ¿Pero qué coñ* pone aquí?

Temporada a temporada, las localizaciones geográficas que acaban estampadas sobre felpa varían -las surferas Hawai y Honolulu han dado paso a lugares más molones como Berlín o Brooklyn- y los números han dejado paso a símbolos, como las poco sofisticadas almohadilla o arroba, elevadas a la quintaesencia del glamour gracias a las redes sociales. Si a todo ello le sumamos la ironía -que no el humor- de la que los hipsters hacen gala, lo que acabamos encontrando en las tiendas provoca carcajadas. Aunque ejemplos hay en las colecciones de casi cada marca, las sudaderas con mensaje de la firma con nombre de fruta tropical se llevan la palma:

Ni el rosa ni el naranja, resulta que el nuevo negro es el color cagarruta.

Ni el rosa ni el naranja, resulta que el nuevo negro es el color cagarruta.

Tronchante: imaginad a una blogger haciéndose una autofoto con esta prenda puesta.

Tronchante: imaginad a una blogger haciéndose una autofoto con esta prenda puesta.

Con suerte, tú eres de Catarroja y yo de Massanassa.

Con suerte, tú eres de Catarroja y yo de Massanassa.

En versión valenciana: Eeeeeh, bonicaaaaa.

En versión valenciana: Eeeeeh, bonicaaaaa.

"Xiqueta meua, que del carrer eres l'ama", de nuevo, mejor como lo decimos en la terreta.

«Xiqueta meua, que del carrer eres l’ama», de nuevo, mejor como lo decimos en la terreta.

Autoproclamarse como tal es lo último que haría un verdadero icono.

Autoproclamarse como tal es lo último que haría un verdadero icono.

¡Pero si no has salido de Marxalenes! Además, para trendy, queda más cerca Ruzafa.

¡Pero si no has salido de Marxalenes! Además, para trendy, queda más cerca Ruzafa.

Vistas las chorradas que nos da por llevar escritas en el pecho, echo de menos la época en la que el vulgo se tornó en hombre anuncio y lucía en su ropa el logo de la marca que había pagado religiosamente. En aquellos casos, el portador perseguía su reconocimiento como miembro de una elite, exhibía su condición de pijo redomado. En definitiva, se etiquetaba, por cierto, en un momento en el que aún no sabíamos para qué utilizar la # en el teclado. Entonces, ¿qué perseguimos ahora al devenir marquesinas de los más variados sintagmas? Porque una cosa es portar una palabra evocadora o un mensaje críptico pero sugerente y otra autoproclamarte mamarracha, escrito con lentejuelas. Considero que lucir este tipo de diseños es puramente un ejercicio de redundancia estúpida: la prenda solo reitera el mensaje que tú, por el mero hecho de seleccionarla, te has encargado ya de transmitir.

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