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De sol y sombra

En Lifestyle 31 agosto, 2015

Jesús Andrés

Jesús Andrés

PERFIL

Solo un accesorio resiste al cambio de estación y combina tanto con looks de invierno como de verano. ¿Cuál es? Lo tenéis delante de los ojos.

Responded con sinceridad. ¿Qué complemento de moda propio del estío seguís luciendo una vez ha terminado la canícula? ¿El bañador? No, a menos que nos leáis desde latitudes tropicales o practiquéis natación sincronizada (en este último caso, por favor, revisad vuestros estándares estéticos, que cada vez que saltáis a la piscina parecéis delfines travestis en busca de plan durante la semana del Orgullo Gay, versión mamífero marino).

¿Las chanclas? No, a menos que seáis teutones en las Pitiusas u os suméis a la moda de las ugly shoes con calcetines (entonces, reivindicad vuestro lugar como mamarrachastrendsetters del vecindario).

Sin discusión, la estrella del armario estival, otoñal, invernal y primaveral no cuelga de una percha: Descansa sobre nuestras narices, luzca el Lorenzo de agosto o el tibio sol de las mañanas despejadas de diciembre. Hablo, sí, de las gafas de sol.

Muchos diréis que no, que la ropa interior es la verdadera prenda unseason y que usáis las mismas bragas en junio que en enero (espero, eso sí, que limpias cada vez). Voy a desmontar vuestro argumento apelando a la retahíla de lencería termal que puebla las mercerías en Navidad: Refajos de cuello vuelto, long johns, peúcos, enaguas de forro polar… ¡Ja! ¡Vuelvo a tener razón y estoy encantado de ello! Es un hecho: usamos las mismas gafas de sol cuando vamos a la playa en julio y cuando nos damos un garbeo por Valdelinares en febrero. No hay gafas de verano o de invierno, aunque la temporada alta para las lentes protectoras sea de abril a septiembre.

Aquí, ejercitando sin éxito mi sensualidad desdeñosa, solo con gafas de sol

Aquí, ejercitando sin éxito mi sensualidad desdeñosa, solo con gafas de sol

Por eso, me permitiréis que os recomiende un lugar donde poder encontrarlas buenas, bonitas y baratas. Mi óptica preferida es como el vino que tenía Asunción, o sea, ni es blanca ni tinta ni tiene color porque es virtual y no tiene parangón. Polette es una firma francesa con un catálogo de monturas más amplio que las tragaderas de las novias de Kiko Rivera. Metálicas, de madera, de acetato… Sobrias, modernas, retro, llamativas… Redondas, cuadradas… Cuesta elegir solamente una porque, además, los precios son imbatibles, a tenor del diseño y la calidad del producto final. Os juro que cada vez que luzco las mías, alguien me para y me pregunta: Oye, ¿de dónde son? (vamos, un offline fashion influencing en toda regla, al que no le hacen falta hashtags).

Y no solo de sol, Polette dispone de un surtido casi infinito de monturas de vista también (confieso que ese será mi próximo encargo), aunque, consejo, mejor atreverse primero con una montura de cristales tintados: Por grandes o estrambóticas que la elijáis, acertaréis con mayor facilidad. ¿Decididos ya, aunque se acabe el verano, a invertir en un buen par de gafas de sol, que también valen para la sombra?

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