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«En realidad, nunca estuviste aquí»: martillazos contra la trata

En Cine y Series 21 noviembre, 2017

Inés Calero

Inés Calero

PERFIL

Con sólo cuatro largometrajes, Lynne Ramsay ha demostrado que lo suyo son las películas fuertecitas. Nada de comedias ligeras, palomitas y refresco. Si ya convirtió a Ezra Miller en la piel de un adolescente difícil de manejar con Tenemos que hablar de Kevin (2011), ahora vuelve con En realidad, nunca estuviste aquí, un thriller con gran carga dramática que se estrena en España el 24 de noviembre.

Basada en la novela de Jonathan Ames, Ramsay la transforma en una historia de ansiedad y violencia a partes iguales. La trama relata la tormentosa existencia de Joe, un exmarine y exagente del FBI, entrado en los cuarenta que vive con su madre y se gana la vida, martillo en mano, rescatando a jóvenes de la explotación sexual y la trata humana.

Joe es interpretado por Joaquin Phoenix de una manera excepcional, personaje por el que obtuvo la Palma a mejor interpretación masculina en el pasado festival de Cannes. Más cercano a Puro vicio (2014) que a Irrational Man, Her (2013) o I’m still here (2010), solitario, huraño y tortuoso, el protagonista se refugia en una espiral de violencia y venganza como si de una terapia de superación personal se tratara. Solo que, en lugar de sanarlo, lo destruye todavía más. Sufre hasta con esas visiones y con la recurrente pesadilla de cuando era un niño y era testigo de la crueldad de un padre perturbado.

Joe vive en su universo paralelo, oscuro, misterioso y sangriento; y no hay nada que le diferencie de un matón a sueldo. Por ello, se toma como algo personal la misión de rescatar de las garras de la trata de blancas a Nina, la hija pre-adolescente de un político. Un trabajo nocturno que le lleva a los más oscuros callejones de la ciudad de Nueva York, donde todos tienen algo que esconder y donde se vive a un ritmo vertiginoso.

El filme es un thriller eminentemente nocturno, donde la acción y la ansiedad enfermiza de Phoenix priman sobre el diálogo.

nunca estuviste aquí

Ramsay opta por abundantes primeros planos y planos detalle que construyen elegantemente el relato audiovisual, dotándolo todavía mayor dramatismo. Esas imágenes están en su mayoría salpicadas sangre que elegantemente nos ahorra apartar la mirada de las escenas más viscerales y crudas. Un montaje que está pensado para percibir la desidia y la fuerte ansiedad alucinógena de Joe, guión que también galardonado en Cannes.

A pesar de la amargura del relato, el largomentraje deja espacio para el humor cuando madre e hijo recrean la escena de la ducha de Psicosis, así como al absurdo, cuando Joe y un matón se ponen a cantar la misma canción mientras agonizan.

Hay quien ya la ha relacionado con Taxi Driver (1976) y Driver (2011), sin embargo el texto no es tan profundo como la primera, ni existe un Ryan Gosling supercool, sino la idea de un antihéroe lleno de cicatrices tanto en el cuerpo como en la mente.

La cineasta escocesa apuesta por introducir recuerdos a golpe de flashback, que son la parte visible del iceberg psicológico del protagonista, que el espectador tiene que adivinar: una formalidad narrativa que martillea la trama, pero que deja al espectador con una sensación de vacío, con ganas de más. Sin afán de spoiler, esta vacuidad y un final flojo y naif descafeína este film considerado independiente.

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