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David Lynch: la vida de artista

En Cine y Series 29 marzo, 2017

Xavi Sánchez Pons

Xavi Sánchez Pons

PERFIL

¿Quién no ha querido alguna vez adentrarse en la infancia, adolescencia y juventud de David Lynch? Pues bien, David Lynch: The Art Life lo hace, descubriendo algunos aspectos de la vida del creador de Twin Peaks desconocidos para el aficionado medio.

Ahora que el documental llega a las pantallas españolas, repasamos cinco cosas que hemos aprendido con él. Oro puro para todos aquellos que quieran saber más de los años formativos, y también del futuro, de Lynch.

El mentor: Bushnell Keeler

David Lynch: The Art Life descubre la influencia capital de una persona para que el cineasta norteamericano tomara el camino definitivo de la vida artística. Se trata de Bushnell Keeler, un artista plástico que actuó como el mentor de Lynch. Y no solo eso, ya que además de guiarle y ayudarle a conseguir una beca del American Film Institute para que le financiara el cortometraje The Grandmother, ejerció de mediador entre su protegido y su familia –que en esa época no veía clara la vocación artística de su vástago.

La mujer desnuda de su infancia

Muchos de los recuerdos y vivencias de infancia y juventud que Lynch rememora en el documental nos hacen pensar en cosas que luego hemos visto en sus películas. Una de las más evidentes es el extraño suceso en el que, siendo un niño y en una calle cercana a su casa, vio a una mujer desnuda con la boca ensangrentada. El director de Carretera perdida lo cuenta como una visión extraordinaria para un chiquillo, y no es difícil relacionarla con el personaje de Isabella Rosellini en Terciopelo azul.

Amistad con Jack Fisk

Jack Fisk, pieza importantísima en los primeros cortometrajes de Lynch y firmante del diseño de producción en The Straight Story. Una historia verdadera y Mulholland Drive, fue su compañero de aventuras juveniles. Juntos compartieron un estudio en Virginia donde pintaron por primera vez de forma regular (corrían los años sesenta). Y no solo eso, en plena crisis existencial, ambos se fueron de viaje a Europa para recuperar las ganas de crear. Estuvieron en Salzburgo (intentaron conocer a Oskar Kokoschka, pintor favorito de Lynch, pero no hubo suerte) y Atenas.

El pasado como fuerza creativa

Una idea flota todo el rato alrededor del documental. Sale de la boca de Lynch: el pasado colorea las ideas hasta hoy. Vivencias o sueños que, de forma inconsciente, vuelven para dar forma a ideas para cuadros, películas… Y como apuntábamos antes en el episodio de la mujer desnuda, hay un montón de cosas que el director de El hombre elefante cuenta aquí que los seguidores de su cine sabrán reconocer en sus filmes. La descripción idílica que hace de su infancia (Lynch no fue un niño torturado) en un suburbio cualquiera de Montana, bien podría ser el origen de la famosa escena de inicio de Terciopelo Azul o de las casas unifamiliares que aparecen en The Straight Story. Una historia verdadera.

david lynch

Su hija pequeña: Lula Bogina

The Art Life está dedicado a su hija pequeña, Lula Bogina. Una niña, de unos cuatro años de edad, que vemos jugar y revolotear por el estudio de su padre, mientras este pinta, durante varios momentos del documental. Un par de detalles que dejan claro el carácter de testamento que tiene esta película: una crónica en primera persona del proceso de formación artístico y personal de Lynch, que Lula podrá ver de mayor para entender el origen de la pulsión creativa de su padre.

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