Cuatro años después de su estreno en el resto del mundo, Berberian Sound Studio llega a los cines españoles para regocijo de los espectadores más inquietos y los fans de cine de género arty.
El segundo largometraje de Peter Strickland retrata el descenso a la locura de un técnico de sonido inglés, Gilderoy (excelente Toby Jones), llegado a un estudio de doblaje italiano para realizar los efectos de sonido de The Equestrian Vortex; una película a mitad de camino entre el terror gótico y el giallo.
Ambientada a principios de los años setenta, en EL HYPE nos hemos propuesto un juego: imaginar que título real de ese período podría haber sonorizado el malogrado Gilderoy. Y estas son nuestras cinco apuestas. Cinco ejemplos que también sirven de referencia para describir el tipo de cine que homenajea, en espíritu, Berberian Sound Studio.
Bahía de sangre (1971)
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Cima misántropa de Mario Bava y antecedente directo del slasher americano de los ochenta, sobre todo de Viernes 13 -aunque su creador, Sean S. Cunningham, lo siga negando-, Bahía de sangre es, además de un genial y malsano body count, un relato sobre hasta dónde puede llegar la avaricia, la estupidez y la mezquindad humanas que, ojo, aun retiene intacta su incorrección política. Su salvaje final, con niños asesinos de por medio, pone los pelos de punta en el buen sentido.
El gato de las nueve colas (1971)
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El segundo hit de crítica y taquilla de Dario Argento tras la prometedora pero algo aburrida El pájaro de las plumas de cristal. Protagonizada por James Franciscus y Karl Malden, la segunda entrega de la trilogía animal de Argento es un homenaje estilizado y festivo al cine de suspense de Hitchcock pasado por la imaginería y la mente felizmente perturbadas del italiano. Guiños a Edgar Allan Poe, asesinatos refinados de una violencia frontal, estructura de whodunit clásico y musicón de Ennio Morricone. Vamos, los elementos suficientes para armar un giallo de muchos quilates.
La noche de los diablos (1972)
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Una excelente muestra de terror gótico italiano tardío que merece ser redescubierta con urgencia. Dirigida por Giorgio Ferroni, autor de una de las primeras obras maestras del género, El molino de las mujeres de piedra, se trata de una notable variación de atmosfera enrarecida y macabra del mito del vurdalak; una variedad de vampiros del este de Europa inmortalizada por Alekséi K. Tolstoi en El vampiro. La familia del vurdalak. La característica esencial de estos chupasangres es que, una vez convertidos, vuelven a casa de sus familiares y aprovechan su confianza para alimentarse de ellos y convertirlos a su vez. Mario Bava ya jugó con esa leyenda en uno de los capítulos de la extraordinaria Las tres caras del miedo.
Trágica ceremonia en villa Alexander (1972)
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Mentor de Mario Bava e iniciador de la corriente gótica del cine de terror italiano a finales de los años cincuenta, un Riccardo Freda ya en declive firmó en los setenta esta, por otro lado, disfrutable y ultraviolenta co-producción con España sobre cultos satánicos. Protagonizada por unos Luigi Pistilli y Luciana Paluzzi enloquecidos como adoradores de Satán, y unos jóvenes Máximo Valverde, Pepe Isbert y Camille Keaton, la película es generosa en gore y cuenta con una excelente banda sonora de Stelvio Cipriani.
Angustia de silencio (1972)
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El mejor giallo de Lucio Fulci y el más fiel a la estructura del género. Por tanto, un whodunit sí, pero increíblemente envenenado y provocador, sobre un asesino de niños que comete los crímenes en una pequeña población de la Italia profunda. Con un reparto excepcional encabezado por una inolvidable Florinda Bolkan como la bruja de la aldea, Irene Papas, Tomas Milian y Barbara Bouchet, la película se beneficia de la vena mórbida de Fulci y de su mirada sucia del mundo.
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