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Ben Sollee: del cello al infinito

En Música 28 marzo, 2015

Carlos Pérez de Ziriza

Carlos Pérez de Ziriza

PERFIL

El talentoso chelista norteamericano Ben Sollee, extraordinario compositor, realiza una gira con paradas en Castellón y Valencia. Y disculpen la broma fácil del titular.

Siguen llegando solos ante el peligro, armados de un ingente instrumental, aunque sin una banda que realce el contenido de sus discos. Pero los nombres de referencia del pop norteamericano más aferrado a sus raíces siguen dejándose caer por nuestro país, paria casi endémico del circuito de directos internacional, excepción hecha de la reincidente oferta de festivales.

Cuando la temporada centra sus puntos álgidos en el habitual itinerario de salas bajo techo cubierto, impera la austeridad. Una economía de medios que incide en aquellos músicos que rara vez congregan a miles de personas, pero muchas veces esgrimen unos temarios y unas hechuras creativas que justifican con creces el desembolso para asistir a cualquiera de sus conciertos, aunque sus nombres no ocupen precisamente portadas. Ben Sollee es uno de ellos, un tipo de poco más de 30 años que destila clase y oficio en cada una de sus canciones, despachadas con un aplomo impropio de alguien que, a priori, no presenta un recorrido vital tan experimentado.

Su acompañante más habitual ha sido siempre el cello, aunque no le hace ascos a la guitarra, el banjo o la mandolina. Veló sus primeras armas en 2005, en The Sparrow Quartet, una banda que compartía con Abigail Washburn, Casey Driessen y el cotizado Béla Fleck (el maestro del banjo que cuenta en su haber con ocho grammies, y que recaló en el extinto Greenspace valenciano en 2006 al frente de sus The Flecktones, en un exultante concierto), pero en 2008 debutó en solitario a lo grande, con el excepcional  Learning To Bend (sonaBLAST! Records / Thirty Tigers). Un disco en el que ya se hacían evidentes las querencias de un compositor amamantado en la tradición del soul (los discos de Otis Redding, Aretha Franklin o Wilson Pickett ocupaban un lugar destacado en la colección de sus padres), pero con una estupenda mano para moverse también por los senderos del folk , el bluegrass o el pop.

Moviéndose en esa fina línea que separa el revivalismo aplicado del genio natural, el de Kentucky prolongó su estado de gracia en un disco compartido con otro brillante amanuense del folk desvencijado a la vez que narcótico, el experimentado Daniel Martin Moore, con quien firmó a medias el espléndido Dear Companion (Sub Pop, 2010), producido por Jim James (My Morning Jacket), quien también les acompañó en la gira de presentacion del álbum.

Hasta que su talento eclosionó de forma irrebatible en el delicioso Half Man Made (Tin Ear, 2012), su trabajo más exuberante hasta la fecha, en el que muestra una batería de arreglos y de motivos melódicos que le sitúan más en sintonía que nunca con el pop soleado. Sus último trabajo, al margen de la banda sonora de la película Maidentrip  (de Jillian Schlesinger), fue The Hollow Sessions , un álbum que ofreció a sus fans en descarga gratuita, y que contenía versiones de temas de Arthur Russell, Otis Redding, Paul Simon, The Zombies, Harry Belafonte, Tom Waits, Fiona Apple o Gillian Welch.

Si tienen oportunidad de acercarse a cualquiera de sus seis conciertos en suelo hispano, no se lo pierdan. Se antoja muy difícil que puedan arrepentirse.

Ben Sollee actúa el 22 en Castellón (Centro Muncipal de Cultura), el 23 en Madrid (Moby Dick), el 24 en Valencia (La Cambra, en Espai Rambleta), el 25 en Barcelona (Antigua Fábrica Damm), el 26 en León (Fundación Cerezales), el 27 en A Coruña (MAC) y el 28 en Ourense (Torgal).

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