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66 Berlinale: La mirada y las palabras

En Cine y Series 18 febrero, 2016

Violeta Kovacsics

Violeta Kovacsics

PERFIL

En While the women are sleeping, Wayne Wang traslada el cuento de Javier Marías Mientras ellas duermen a la pantalla. Lo hace con una particularidad insalvable: convertidas en imágenes, las palabras de Marías se han trasladado a Japón, donde el hongkonés Wayne Wang ha situado su película. El relato destacaba por su brevedad y por la preponderancia de sus diálogos. La película tiene un tono callado, marcado por las maneras interpretativas de un actor, Takashi Kitano, más bien lacónico. La película, de hecho, no necesita al verbo; entre otras cosas, porque se apoya esencialmente en la mirada. While the women are sleeping es la historia de un voyeur, de un escritor creativamente estancado que comienza a espiar a una hermosa chica y a su compañero, un hombre mayor que ella.

While the women are sleeping comienza con escenas de corte clásico. Cuando el escritor y su mujer miran hacia el otro lado de la piscina del hotel en el que se hospedan y encuentran a la otra pareja. Cuando el protagonista corre desesperado por las calles del pueblo costero en el que está, tras la pista del hombre y la joven. Cuando por fin les encuentra y mira, y la imagen se corta para dar paso a un nuevo capítulo, evidenciando al espectador que está ante un misterio. La segunda parte, sin embargo, se instala en lo onírico, en la frontera emborronada entre lo que es cierto y lo que es duda.

Wayne Wang ha convertido las palabras en imágenes, en silencios y en miradas. Terence Davies, en cambio, las ha sublimado. En A quiet passion, Davies se sirve de la figura de Emily Dickinson para hacer una película que no es ni un biopic ni una adaptación, sino un hermoso retrato de las fragilidades de la escritora, un homenaje a sus palabras, que se instalan y conducen el retrato.

Historia de una pasión (Terence Davies, 2016)

Historia de una pasión (Terence Davies, 2016)

Tremendamente luminosa, la primera parte de la película filma los rostros de sus personajes, la familia y entorno próximo de Dickinson. Las palabras suenan con peso, como si por momentos los actores estuviesen recitando, convirtiendo el texto el uno de los objetos de la película. Davies ha hecho un filme en el que el verbo tiene cuerpo, fisicidad. Son las frases de Dickinson en torno a la escritura, o en torno a la mujer –todo conflicto es una cuestión de género, le espeta a su hermano. Esta misma fisicidad atraviesa la segunda parte de la película, en la que ya no hay únicamente verbo, sino cuerpo y nostalgia.

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