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5 canciones para entender la década de Arctic Monkeys

En Música 18 febrero, 2016

Jorge Salas

Jorge Salas

PERFIL

Se cumple una década de su fulgurante debut, y el grupo de Alex Turner no ha dejado de evolucionar desde entonces.

Si la Revolución Francesa tuviera que repetirse eternamente, la historiografía francesa estaría menos orgullosa de Robespierre. En una de esas casualidades por las que tanto aboga, Milan Kundera ya escribió la historia de b en 1984, dos años antes incluso de que naciera Alex Turner. En el décimo aniversario de su debut, la formación de Sheffield no ha repetido ni uno sólo de los patrones estéticos predominantes de cada disco. Una década y cinco discos observan la brillante discografía de la banda que lidera Turner, un frontman del siglo XXI con hechuras propias del pasado muy lejano.

#1 «I bet you look good on the dancefloor» (2006)

Avanzado como single en octubre de 2005, la carta de presentación de los Arctic Monkeys dobló números uno en Reino Unido: tanto en la lista de singles como en la de discos de indie. 2006 fue un año bisagra entre la decadencia de lo nuevo-viejo (The Strokes, Kasabian, The Killers) y la fresca irrupción de lo nuevo-nuevo; de entre todo lo segundo, que en Gran Bretaña incluía a grupos como The Kooks, The Zutons, Razorlight o The Fratellis, hoy sólo resiste la banda de Alex Turner y, a duras penas, TV On The Radio. «I bet you look good on the dancefloor» era un single de alcance masivo, pero lo que había detrás aún era mejor: «Mardy bum», «From the Ritz to the Rubble» o «Perhaps vampires is a bit strong, but…» avanzaban algo de lo que vendría después.

#2 «This house is a circus» (2007)

Un año después de su irrupción, Alex Turner y compañía, en plena vorágine fan, daban un ligero giro de tuerca a su sonido; probablemente el menos evidente, pero quizá el más representativo por el momento. Lejos de repetir una Revolución Francesa, Arctic Monkeys (2006) abrieron el camino a la transformación constante con un segundo disco que habitualmente se suele mirar con lupa.Favourite Worst Nightmare (2007) profundizaba en su sonido, pero desde una vertiente más madura («Do me a favour»), menos evidente («Balaclava») y más siniestra («Brianstorm», «Old yellow bricks»); el periodista Robert Christgau dijo que, de hecho, «This house is a circus» era más inteligente que TV On The Radio.

#3 «Crying lightning» (2009)

Jamás pareció un dato gratuito que el tercer disco de los Arctic Monkeysestuviera coproducido por Josh Homme (Queens Of The Stone Age, Eagles Of Death Metal, Kyuss). El tercer disco de los británicos abundaba en el ideario deKundera: aquel que quiere permanentemente llegar más alto tiene que contar con que algún día le invadirá el vértigo. Más orientado hacia el stoner, «Crying lightning» era el enlace entre los dos mundos, el británico del pasado reciente y el norteamericano actual; incluso entre los tres mundos, porque entonces Alex Turner ya había iniciado su bifurcación junto a Miles Kane en The Last Shadow Puppets.

#4 «‘Black treacle» (2011)

Now I’m out of place and I’m not getting any wiser, I feel like the Sundance Kid behind a synthesizer. Así adornaba Alex Turner el ocaso de «Black treacle» en la segunda canción de Suck It And See, y sonaba ya a premonición de lo que terminaría suponiendo el disco. La cuarta entrega de Arctic Monkeys en cinco años era otro homenaje a Kundera; el hombre no puede saber qué debe querer porque vive sólo una vida, pero Turner y compañía sí tenían claro que quería un disco “más poppy y vintage” que su antecesor. Un nuevo requiebro en la discografía del grupo, que esta vez se sacaba de la chistera una maravilla oda al pasado en forma de clásico instantáneo que no todo el mundo entendió.

Claro que mucha menos gente comprendió lo de AM en 2013. El último disco deArctic Monkeys hasta la fecha fue otra espantada estilística de los británicos, una especie de revisión del rock ancestral desde una vertiente pop; hasta «Arabella» y «I want it all» incluían sospechosos riffs con copyright de Black Sabbath. Los medios tiempos de testosterona rock («Do I wanna know?», «R U Mine?», «Why’d you only call me when you’re high?») convivían con creaciones de un talante tan negro y de medianoche como el funk de «Snap out of it» o «Knee socks» (donde también cantaba Josh Homme) y el soul imperial de «I wanna be yours».

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